sábado, 14 de marzo de 2015

REFLEXIONES PARA LA TRANSFORMACIÓN CULTURAL EN LA ECONOMÍA SOLIDARIA.

Por: Oswaldo Salgado Cañaveral[1]

“La Socioeconomía Solidaria es un sistema alternativo al capitalismo, que se construye a través del florecimiento de redes horizontales y verticales de producción e intercambio de bienes y servicios, mediados por monedas diversas y por relaciones solidarias entre las partes. En el seno de esas redes florecerían unidades productivas, donde el trabajo humano será el valor central y la colaboración solidaria, la propiedad común y autogestión serán su modo de relación social.” Marcos Arruda


INTRODUCCIÓN

La historia y filosofía de la economía solidaria está sustentada en los principios que le dieron origen a la creación de la organización solidaria, sentaron las bases para emprender procesos económicos de largo plazo expresados en movimiento y construcción de sector solidario. Desde finales del siglo XIX en la cuna del cooperativismo, Europa, por la práctica y pensamiento de los pioneros cooperativistas y mutualistas, se establece como tercer sector.

Sin embargo, la dinámica económica y social desde esa época hasta nuestros días ha tenido permanentes procesos de cambio dando pasos gigantescos en materia de tecnología, información, globalización de mercados, cambios en los procesos políticos donde aparecen nuevos escenarios de la democracia y la participación, y por supuesto en materia de cultura los imaginarios tienen referentes y significados diferentes.

El mundo bipolar de la segunda mitad del siglo XX, ya no es un referente desde una carrera acelerada en la demostración de fuerzas entre el capitalismo y el socialismo, aspecto que ha sido debatido en el seno del movimiento mundial del cooperativismo, para que la economía solidaria se diferencie aún más como un movimiento distinto esencialmente del Estado y de la lógica Capitalista.

Así la filosofía y doctrina de la economía solidaria requiere contextualizarse y estar presente en los nuevos escenarios que el mundo le plantea, la pregunta hoy por el sujeto político y solidario, cobra tintes diferentes cuando el mundo del trabajo ha cambiado y cuando el proceso de organización comunitaria está basado en nuevas dinámicas por el juego del libre mercado. Los significados de Solidaridad se aplican en el campo del desarrollo comunitario, la sociedad, las leyes, los Estados, las empresas, las organizaciones sociales y no exclusivamente en el campo de la empresa cooperativa u organización solidaria. Se ha recreado, incluso es un llamado ferviente de la sociedad a la Solidaridad como expresión de sentido humano que va más allá del proceso organizativo, debido a la deshumanización que deja el modelo de desarrollo dominante y concentrador de riqueza.

En este orden de ideas, la economía solidaria, como movimiento y sector solidario, se identifica por sus principios y valores donde la distribución del excedente económico es la diferencia más notoria frente a otros modelos de empresa y propuestas sociales, y esto se debe a que como principio debe estar encarnado en el sujeto que participa de la propuesta solidaria, pero no es suficiente para mantenerse en el ámbito de las decisiones del mercado y de los escenarios del desarrollo, requiere de interpretaciones y recreaciones de futuro.

Hoy la relación entre el mundo sindical y la economía solidaria no es la única relación, pasa por otras relaciones: el mundo del trabajo flexibilizado, la informalidad de la economía, el desarrollo local, la planeación participativa, los grupos poblacionales vulnerables, la política pública, el desarrollo rural, los DESCA (derechos económicos, sociales, culturales y ambientales). Por ello se requiere que los postulados filosóficos de la economía solidaria cobren vigencia sobre los nuevos contextos y retos que la plantea la época, y mantener viva la esperanza de que otro mundo es posible de la mano de la solidaridad, al convivir y ser pertinente frente a realidades gigantes e inmensas como los Estados y el mercado.

De esta manera el modelo de gestión para la economía solidaria, debe pasar por la contextualización de su filosofía y doctrina, desde un rescate de su historia por la pertinencia en su impacto comunitario, porque redistribuye riqueza en el momento mismo que hace la economía.

Porque pone en el centro al ser humano como sujeto que realiza acciones para lograr la felicidad, a través de procesos empresariales y de organización social; teniendo en cuenta a la naturaleza como medio que le da el sustento para vivir y su medio de subsistencia.

También debe tener presente que como modelo de gestión el aspecto sistémico pone en consideración causa y efecto al mismo tiempo, porque la economía solidaria considera que un tratamiento económico y empresarial está definido por los efectos social y organizativo, hay conciencia de que la Solidaridad no es solo entre humanos sino también con la  naturaleza, por ello el reto también está en el conocimiento que se tenga de ella, no exclusivamente para su dominio, y hacer posible la vida humana, no se trata de recursos agotables sino de sustentar la sociedad humana, por ello el reto es una nueva pregunta por la naturaleza, el papel que juega en los procesos sociales, económicos, culturales y políticos donde la Solidaridad este presente como principio y como acción, la pregunta por las fuerzas que el ser humano desata para su comprensión pero también como actúan esas fuerzas en favor de una sociedad y de los seres humanos. Es también una nueva pregunta por la fuerza de la tecnología y biotecnología al servicio del desarrollo integral (no solo económico) para que la naturaleza también sea parte de la solución y no su autodestrucción.

Es una filosofía al servicio de un modelo de gestión que se pregunta por la relación entre el ser humano y la naturaleza, y por el papel que juega la organización comunitaria en las decisiones políticas para su dominio, es ante todo la pregunta por una sociedad solidaria donde la economía es solo un componente.

Estas preguntas ayudarían a evidenciar nuevas rutas de formación para la economía solidaria en la sociedad actual y de las fuerzas que se han desatado, las cuales parecen ser que hoy están dominando a la sociedad, por ejemplo, la globalización domina al ser humano y a la sociedad dejándolos a su suerte como si una mano invisible llevara a cabo procesos de centralización y concentración de riquezas, donde son piezas de una máquina y no sus protagonistas.

Esta pretensión es la que se requiere desarrollar y amasar en este trabajo, para plantear escenarios posibles de impacto a partir de la solidaridad en la sociedad, con la visión y apuesta intencional al pasar de la economía solidaria al sistema social solidario como el imaginario rescatado de los postulados de Charles Guide en su obra sobre la República Cooperativa, con nuevas preguntas sobre el ser individual y  social en medio de la apuesta solidaria, de sus imaginarios y de tejer la red  de  colaboración para la visibilización de un proyecto que ya es histórico.

Se trata de reflexionar sobre escenarios que han llevado al movimiento solidario a preguntarse por su papel en el momento actual en lo económico, social, lo político, lo cultural y lo ambiental. Así, vamos a disertar sobre la doctrina, el desarrollo local,   la trasformación cultural de lo social y humano, la globalización y su modelo de economía, la sustentabilidad y el desarrollo humano, y sobre el enfoque sistemático.

Todo ello desde la dimensión de la filosofía de la economía solidaria en el mundo actual, como propuesta un plan formación que debe recoger los nuevos escenarios y la actualidad, hacia la construcción de una escuela de pensamiento solidario.


CENTRO DE REFLEXION 1: DOCTRINA Y DESARROLLO LOCAL

Una de las categorías visualizadas en el modelo de gestión y diagnóstico de las organizaciones solidarias, plantean que es necesario mantener y profundizar la identidad del sector solidario en cuanto a la doctrina con la cual emergió la solidaridad en las organizaciones con factor comunitario.

Al analizar en sus partes fundamentales para emprender cambios como el de la empresarialidad solidaria, es necesario mantener la apuesta por los postulados que le han dado origen a la forma de construcción de las organizaciones solidarias, toda vez que allí están las raíces y definen con claridad la lógica y la racionalidad sobre la que se identifican y operan: la Comunidad y el Trabajo.

Desde esta perspectiva, se precisa la necesidad de pasar a procesos organizativos de futuro manteniendo la historia y la filosofía de la economía solidaria en sus principios básicos, pero también en sus retos y nuevos escenarios. La identidad propia juega un papel en el imaginario colectivo desde la construcción de sector solidario diferenciado del público y privado, debido a que en su historia emergen principios como el de la solidaridad, aspecto que se comienza a traducir en la formas de hacer economía en sus organizaciones y en la comunidad.

Por ello, el proceso de organización social y solidaria es el fruto de los procesos de identificación con problemáticas comunitarias comunes (la vivienda, el consumo básico, los servicios de salud, la educación, el transporte, el desarrollo territorial, la producción de bienes básicos, el ahorro y crédito popular, etc) que hacen aparecer propuestas para darle salida a partir de asuntos como la mejoramiento de sus ingresos, el reconcomiendo como grupos humanos y la fuerza de la cooperación para sostenerse en el tiempo.

Desde la perspectiva de la identidad, ésta se ve reflejada en el ámbito regional al reconocer el sector solidario y/o las prácticas de solidaridad en la diversidad de formas de satisfacer dichas necesidades, donde la cultura en el territorio es tomada en cuenta para la puesta en marcha de iniciativas empresariales, dando como resultado un conjunto diverso de procesos solidarios pero cobijados bajo principios universales.

Los territorios juegan un papel totalizador a la hora de la identidad, es allí donde los asociados y sus organizaciones se reconocen y mantienen un apuesta por el desarrollo empresarial, sin embargo el arraigo regional a veces comienza a tomar un tinte localista en su nuevos desarrollos y apuestas de futuro, haciendo que sus organizaciones no vean más allá de sus fronteras y pierden de vista el sentar las bases de un proceso nacional, sabiendo que existe la posibilidad de un movimiento con sentido de país listo para identificarse como actor de la economía y la sociedad Colombiana.

Desde este punto de vista la organización identifica la región, sin embargo requiere la movilización como acción para la identidad territorial o nacional; para la filosofía en cuanto a los principios y valores, reconocerse en la relación local y nación está la base de la construcción de un movimiento solidario que debería participar en el proceso de nuevas dinámica y fuerzas, como las que hoy emergen en la dialéctica del desarrollo global, en tales aspectos se requiere defender el proceso cultural territorial, en medio de procesos globales en la economía, la política y la cultura.

En las consultas a las organizaciones, hacen referencia a la defensa de la doctrina y filosofía de la economía solidaria al aplicar escenarios de futuro de la empresarialidad solidaria, se presentan tensiones al intentar conservar un lugar cómodo en la gestión solidaria, pero a la vez hay posiciones de apertura sin perder de vista la identidad; en este punto se ve la situación de oportunidad ante posibles y nuevas fuerzas de la solidaridad, al desatarse en los procesos actuales del escenario de mercado, marcando su diferencia por la construcción colectiva y con la aplicación histórica del principio de Solidaridad.

La universalidad es un valor desde el referente histórico de la economía solidaria y uno de sus resultados es mantener la cohesión filosófica y doctrinaria, debido a que sobre ésta descansa el sustento para la defensa de una lógica y racionalidad donde los principios cohesionan la organización, sin embargo no son suficientes para generar movimiento hacia el desarrollo solidario, pues los resultados de la posición sobre la universalidad deberá tener una posición política para que se mantenga una sola bandera en defensa de la acción y que de ejemplo a las organizaciones, las fortalezca y las ponga en un escenario dinámico en el ámbito de los mercados; entendiendo por éstos no solo aquellos establecidos por la economía clásica, de relación entre oferta y demanda, sino aquellos donde participan comunidades como potenciales usuarios de bienes y servicios atendidos por la economía solidaria, con relaciones económicas de reciprocidad y ayuda mutua.

La universalidad en el tiempo también ha servido para mantener al sector solidario, aplicado a la identidad y a la diversidad, de esta manera todo emprendimiento solidario obedece a una misma matriz de principios pero con aplicación específica de acuerdo a la manera como ha emergido la cooperación en cada comunidad. El ser universal es un legado histórico valioso y no debe perderse en el horizonte cuando hay intercambios con otros sectores, por el contrario es lo que lo identifica y lo diferencia, este es el valor social y económico de su naturaleza en cualquier lugar o territorio.

La doctrina requiere ser asumida por sujetos políticos, con liderazgos que lleven a cabo las banderas del pensamiento, la acción y la política, entendida ésta como las posibilidades de transformación de las realidades para que los problemas latentes de déficit en la calidad de vida se tornen en oportunidades, con gran capacidad de vocación de poder en la toma de decisiones.

Las organizaciones solidarias reclaman la participación en políticas públicas, como parte de este principio en la construcción de sujeto político, pero para lograrlo, en una perspectiva de autodiagnóstico, primero el sector solidario debe reconocerse como sujeto político, con procesos de formación de liderazgos que eleven la condiciona de receptor a ser prepositivo en cuanto a los aspectos que lo afectan, donde las organizaciones y las personas tienen un rol esencial para cambiar la condición de objeto a ser sujeto.

Es también pasar del reconocimiento que otros le dan a la economía solidaria hacia el autoreconocimiento para mirarse a sí mismo y a sus pares, en un disertación sobre la identificación con sus congéneres con postulados iguales pero con aplicaciones diversas. En este proceso se puede ir enquistando la identidad para ser sujeto político y tener posiciones de conjunto para la negociación como modelo de gestión en la disputa sana por el poder con representación política, y que sea actor de la economía Colombia, demostrado en indicadores de impacto tanto social como económico.


Se reconocen a las organizaciones solidarias como grandes canteras de participación para estar en procesos representación política, por ello el liderazgo es ante todo un proceso de cualificación y de acción para el empoderamiento y ejercer poder hacia la transformación de realidades.

Es indudable que en la doctrina aparece la autogestión como el motor que mueve a las personas en su doble papel dentro de la economía solidaria: en la participación y en la administración de sus recursos económicos, es la posibilidad de que las decisiones colectivas sean la garantía para todos los demás que participan del proyecto, es la credibilidad en un conjunto de personas que administran de manera adecuada la organización y que llevan a cabo procesos estratégicos para empoderarse cada vez más.

La autogestión es el seguro para la sostenibilidad en el tiempo de la organización, que sus productos y servicios satisfagan de manera eficiente la necesidades a sus asociados, pero también es el seguro de que haya una apuesta por los cambios, por nuevas posiciones que mejoren las existentes y que se revierta en nuevos liderazgos. La autogestión es vital a la hora del relevo generacional, allí los lideres deben llevar a cabo un proceso de reflexión-acción sobre los nuevos retos para la gestión en ambientes dinámicos, sin que se pierda el control social y colectivo, sin que se pierda la capacidad de toma de decisión basado en los argumentos comunitarios.

Hay una estrecha relación entre el liderazgo y la autogestión, aspectos que deben estar al orden del día para afianzar la doctrina, especialmente en tiempos de crisis de civilización como la actual, donde la perspectiva individual gana terreno frente a la comunidad y más cuando se trata de toma de decisiones para gestionar las organizaciones solidarias.

Cada aspecto tomado desde la doctrina son eslabones de una cadena en la constitución de valor desde lo comunitario y que le da fuerza al concepto de desarrollo, sin tomarlo solo como un aspecto del crecimiento económico, sino que deberá contener elementos del desarrollo en los territorios donde actúan la economía solidaria, donde se practican formas asociativas de base solidaria, debido a que éstos son lo que generan valor hacia la misma localidad y comunidad.

El conjunto de asociados participantes de la organización solidaria, esperan que ésta les retribuya en sus aspectos básicos de bienestar, pero también esperan que los represente para tener un lugar en el imaginario del mercado. El esfuerzo de reconocimiento de la participación real de la economía solidaria pasa en el ámbito local, es aquí donde se hace necesario que exista una acción para visibilizar los resultados demostrados históricamente en materia de educación, organización social y pertinencia.

Por ello el desarrollo local en la economía solidaria, deberá contener los aspectos de lo que es un concepto de desarrollo, al respecto el profesor Luis Razeto nos plantea que “el desarrollo económico no depende solo de la óptica de la organización del mercado y los circuitos de distribución, dependiendo también de la organización de los procesos de producción y de consumo que requieren ser integrados en una teoría general del desarrollo”[2]

En este sentido nos plantea el profesor, en su discusión, producto de un proceso de investigación científica, que se requiere de un desarrollo basado en un visión de replanteamiento sobre su significado en aras de que requerimos es buen desarrollo que incluye al desarrollo humano, mediante nuevos factores económicos que emergen en categorías, donde la comunidad y el trabajo deben estar presentes en este nuevo escenario, en combinación analítica con otras categorías económicas: capital, Estado, tecnología y medios materiales para la producción; configurando así una economía pluralista[3], donde la economía solidaria ocupa un lugar.

Desde la perspectiva de un nuevo tejido del desarrollo y frente a la crisis de civilización la formulación de una teoría del desarrollo considera los componentes ecológicos y humanos “que entienda la ecología, el medio ambiente, la integración social y el crecimiento humano, como elementos constitutivos centrales del desarrollo económico”. Así al hablar de desarrollo, involucra al ser humano y a lo social en su globalidad incorporando las dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales en una visión de conjunto.

También es necesario recoger el concepto de desarrollo a escala humana de Manfred Max Neef y Antonio Elizalde cuando colocan en el centro de los problemas del desarrollo a las personas para dirigirse a los sujetos y no a los objetos; las necesidades (subsistencia, protección, afecto, ocio, creación, libertad, entendimiento, identidad, participación y trascendencia) son limitadas y constantes pero los satisfactores varían en el tiempo... [4]

De esta manera, se puede comenzar a reconocer y asumir una concepción del desarrollo donde el ser humano como sujeto, actor y fin de la economía[5], puede tener un campo de acción en el ámbito del desarrollo local jugando un papel central la creación de valor endógeno retroalimentando las economías en el territorio.

Las entidades de economía solidaria valoran, analizan y tienen posición sobre el desarrollo, el cual es aquella interpretación sobre los efectos de lo integral en el ámbito local donde contribuyen de forma permanente en la creación de valor, sin embargo, aún no se visibiliza su participación real y continua, este deberá ser otro reto a enfrentar para la cualificación de indicadores de desarrollo e impacto social.

Recuperación y reconocimiento del movimiento solidario:

Las organizaciones solidarias han expresado por diversos medios que el sector solidario no es reconocido como movimiento, debido a las situaciones dadas a su interior por la falta de unidad hacia el pensamiento político, con repercusión externa debido en sus pocos avances en la presencia de lo público, a pesar de los ingentes esfuerzos realizados por los gremios agrupados en las federaciones y confederaciones.
Lo que se evidencia es la falta, primero, de un reconocimiento a sí mismo como movimiento es decir autoreconocimiento, el cual debe comenzar por la alineación en su estructura que va desde el centro hacia las regiones y viceversa.

Segundo, hacia el movimiento se trata de reconocer en la diversidad de expresiones empresariales solidarias y sus prácticas en el territorio, es el reconocimiento como movimiento en apuestas a procesos sociales y económicos con expresiones asociativas, en red y encadenamientos sobre áreas de producción y servicios; expresado en la creación de fondos para la inversión como lo es contribución de sus excedentes a la educación formal. Este nivel de reconocimiento como movimiento es regional y local, haciendo falta un reconocimiento nacional el cual es la tarea de la constitucionalidad solidaria actual.

En aras de recuperar el movimiento, los sujetos participantes de la economía solidaria se hacen preguntas sobre la perdida de iniciativa y convocatoria como el caso de las “jornadas de actualización pedagógica”, cuando en realidad es el Estado el que convoca a esta dinámica y no el sector solidario como movimiento quien debe tomar la iniciativa, aspecto recurrente en la historia del sector solidario en Colombia, si bien hubo momentos de autonomía e iniciativa en años anteriores, hoy la dinámica es la sobrevivencia, la construcción individual empresarial y la falta de perspectiva política como sujetos, situaciones que no deja salirle al paso a acciones de conjunto para su visibilización.

Hoy la tarea es esencial: generar acuerdos y estrategia colectivas sobre la importancia de encontrarse y de reconocerse en lo que hacen como organizaciones solidarias, primero desde los ámbitos locales y regionales para hallar las sinergias que los identifique como movimiento, y luego ir ganando los espacios nacionales sin perder de vista la base de trabajo local.

En este sentido plantear un trabajo de reconocimiento requiere de bases que pueden hallarse en estudios y sistematizaciones, como es el caso de lo planteado por Euclides Mance cuando hace un análisis sobre la experiencia en la construcción de políticas públicas del movimiento solidario en el Brasil.

Al respecto, comienza por hacer un reconocimiento de la importancia de una real participación, en este caso, del movimiento de la economía solidaria y de la sociedad contando con la existencia de un gobierno democrático: “La sociedad no es solamente un objeto de política pública debe ser el protagonista de la política pública, aquel que produce la política a partir de su realidad y la de todos los actores, su cultura, su conocimiento técnico, en cada una de las áreas específicas, lo que la sociedad tiene que proponer es la política. Porque si no es así, la política va a ser usada por los gobiernos para atender los intereses de la sociedad sino para atender otros intereses de los grupos económicos dominantes que se van a favorecer de esas políticas”.[6]

Pero también hace referencia en el proceso de construcción, en una referencia metodológica, para el reconocimiento desde el movimiento, el cual sirve de referencia cuando se plantea que las iniciativas deben contar con espacio regionales y con discusiones nacionales donde la democracia y la apuesta en común sobre aspectos centrales para la identificación del sector, debe contar con la interlocución y discusión en los espacios locales para ganar en posiciones nacionales y por ende en negociaciones de política.

En su experiencia, dice que en el gobierno de Lula ya existía una red nacional de economía solidaria en el Brasil, y que esta sirvió como un primer momento para avanzar hacia la institucionalidad, al respecto plantea: “ya había una red nacional de economía solidaria, agencia de desarrollo de economía solidaria, asociaciones de trabajadores, empresas de autogestión y muchas otras formas de cooperativismo popular. Cuando se presentó la elección del gobierno de Lula, este movimiento convocó una plenaria nacional de economía solidaria donde se recogieron todas las propuestas que había en las organizaciones y se hizo una propuesta para se creara una instancia que pudieran generar políticas adecuadas para la economía solidaria y surgió de esta manera la Secretaría Nacional de la Economía Solidaria que fue una iniciativa de la sociedad civil, del movimiento de la economía solidaria organizado”.[7]

Este aspecto nos evidencia que no es solo un asunto de convocatoria sino de apuesta por el reconocimiento de un movimiento, y que al crear una instancia de gobierno obedece a las necesidades de la base organizativa, donde no es solo un instancia Estatal, sino un instrumento para aplicar los acuerdos consignados en política pública.

También crean otros espacios de interlocución y es el Consejo Nacional de Economía Solidaria donde están las instancias más representativas para hacer consultas y recomendaciones al gobierno. Las propuestas deben ser debatidas en el seno del movimiento y para ello crearon la Conferencia Nacional de la Economía solidaria en el Brasil:

“...son espacios de encuentro a nivel nacional que se inician a partir de encuentros más pequeños realizados en las localidades donde se reúnen los trabajadores que tienen sus cooperativas, bancos comunitarios, sistemas de trueque y los diferentes grupos de consumo. Pero también se reúnen las organizaciones que hacen apoyo y fomento a la economía solidaria como son pastorales de las iglesias que tienen un trabajo pedagógico, educativo, capacitación, promoción y gestión. Plenarias municipales, también participan los gestores públicos que desarrollan políticas públicas y programas de economía solidaria en las municipalidades. Las plenarias que se hacen en los municipios tienen estos tres tipos de participantes, del estado, de las organizaciones de apoyo y de las organizaciones de base. Entre todos se hace el seguimiento, las propuestas y el análisis de la Economía Solidaria."[8]

Reconocer y recoger la experiencia no significa repetirla, sino de articular sentidos y principios que generen identidad hacia la acción organizativa en la construcción de movimiento solidario, en este escenario es donde la economía solidaria colombiana debe ganar espacios a partir de procesos de planeación e intención de  la participación, es convertir lo que tiene, que ya es mucho, en escenario de futuro sobre dinámicas empresariales de gran alcance, donde la sociedad reconozca las bondades de un desarrollo a escala humana pero en posiciones de poder.

Desde este pensamiento solidario, sobre la construcción de políticas públicas para la economía solidaria, va más allá de un acuerdo entre la sociedad civil y el estado, es reconstruir un proceso organizativo para establecer el movimiento solidario que dé cuenta de la participación permanente en procesos de cambio.

Así la filosofía de la economía solidaria debe ocuparse sobre el concepto y la práctica del poder y de participación en sujetos individuales y colectivos, con escenarios actuales donde se requieren procesos organizativos desde la escala local y regional hasta hacia la instancia nacional, donde se interprete las necesidades de llevar a cabo el desarrollo solidario, con representación política y con un discurso de cambio en la sociedad colombiana de espíritu y principio solidario.

Cuando se hace referencia al poder, es plantear la efectividad de la participación la cual debe pasar por la construcción de un movimiento activo en las decisiones de política y en la construcción colectiva de propuestas de desarrollo en las instancias territoriales tanto local como nacional, expresados en los planes de desarrollo, para hacer de estos espacios una interlocución de lo solidario en cualquiera de los ámbitos donde la economía solidaria sea alternativa.

La incidencia en políticas públicas se hace en escenarios públicos y en instancias de decisión, es una línea estratégica porque nos cobija a todos, su construcción debe mantener un espacio de movilización para visibilizar la economía solidaria y transformarla, en una continua participación como ejercicio de poder desde el individuo y desde la organización con lo acoge.

Así el poder no es solo las posiciones en las instancias de gobierno, sino en la construcción de un movimiento que muestre, desde su experiencia,  alternativas de organización económica y social. Pero también es hacer valer el orden constitucional donde se explicita que en Colombia las formas solidarias hacen parte de la economía y la sociedad, es avanzar sobre una reforma de ley que evidencia no solo el control sino también la promoción y fomento solidario real, y su contribución en las relaciones de mercado y de estructura social.

CENTRO DE REFLEXIÓN 2: TRANSFORMACION Y ENFOQUE CULTURAL

El proceso de transformación cultural del sector solidario está determinado por la contextualización en los principios solidarios, es decir, que si bien se conservan los aspectos doctrinarios requiere de actualizaciones que podría estar en el concepto de nuevas dinámicas para recrear los valores y principios, esto es que la aprehensión debe ser contextualizada a partir de los análisis que arrojan las evaluaciones de impacto.

Las transformaciones culturales a enfrentar en el sector solidario, reconocido por las organizaciones participantes, es el requerimiento de un enfoque del sujeto social y humano, afianzando la perspectiva social en la formación de personas-asociados con apuestas sobre el bienestar de manera individual y colectiva, haciendo evidente otras relaciones económicas de reciprocidad y ayuda mutua en la satisfacción de necesidades.

En Colombia las primeras expresiones de economía solidaria datan de 1864 en la ciudad de Bogotá, de tal manera que le ha tocado vivir los procesos de progreso, crecimiento y desarrollo en la sociedad sin que se haya percatado, de manera consciente, de su propio devenir. Su arraigo para ser pensamiento solidario tiene problemas para arraigarse en el imaginario de la sociedad, pues se cree que sus planteamientos están basados solo en ideas de comunidad y en la constitución de factores sociales, a pesar de los esfuerzos y del crecimiento obtenido en todo el siglo XX y parte del XXI del sector solidario al convertirse en una alternativa económica de las comunidades.

Sin embargo el pensamiento solidario queda rezagado por que se enquistó solo en la doctrina y la historia, a pesar de estar en contextos de cambio permanente en la dinámica económica, social y política. Cuando se habla de pensamiento no es solo el reconocimiento de un sistema ideas y de concatenaciones, es la perspectiva del conocimiento colectivo que le da fuerza a los principios y que debe recrearse en la sistematización e investigación de experiencias y en la creación de conocimiento.

Al respecto Max Neef , en el texto Desarrollo a escala humana, plantea que el cambio cultural de las economías latinoamericanas está en la autodeterminación, es decir en el reconocimiento de lo que tiene y de lo pueden hacer para satisfacer sus necesidades, con nuevos valores que van más allá de las perspectivas momentáneas de la satisfacción de la necesidad, sino de la forma en cómo actúan  los satisfactores de esas necesidades.

El reconcomiendo del sector solidario, en la perspectiva de nuevos desarrollos del pensamiento deberán estar basados en la profundidad de un sujeto que se piense diferente dentro de todo el proceso económico de producción, distribución, cambio y consumo y  la manera en cómo debe utilizar los medios para ello, y de la forma en como la sociedad se vincula a ello, es decir en la multiplicación de un pensamiento que genera indicadores de cambio en la forma en como participan de los escenarios de mercado y de la vinculación del valor de la solidaridad en todas sus decisiones.

Los retos desde la apuesta de desarrollo local como ámbito natural de la economía solidaria, están en el orden de pensamiento y de la realización de proyectos económicos que trascienden hacia el ámbito social, la constitución de comunidades respaldadas por personas y organizaciones, permite tener una idea de cultura a partir de la vivencia en los territorios, como un escenario físico y social de constitución mental para la transformación de realidades. Por ello la economía solidaria como sector y movimiento tiene el reto de constituir cultura desde sus bases históricas y de experiencias vividas para satisfacer necesidades humanas.

En este enfoque la economía solidaria es un proyecto humanista, porque el desarrollo se basa  de en la felicidad de la gente, a pesar de ser planteado por teóricos de los siglos XIX y XX, y no ha sido una variable preponderante desde las teorías y políticas del  desarrollo, pero es esencia en el modelo solidario para que haga parte del proyecto de vida de las personas y comunidades asociadas, es una tarea compleja pero trascendental: hacer de la economía solidaria un proyecto de cultura y felicidad humana.

El modelo solidario es Humanismo y utopía,  se pregunta por el desarrollo y sus objetivos ¿Que ha pasado en la humanidad frente a las dificultades para lograr un desarrollo integral?, para resolver esta pregunta se observa que las organizaciones sociales y de economía solidaria reaccionan frente al contexto, creando métodos y formas diversas que en ocasiones rayan con la utopía por la imposibilidad de realizar acciones hacia la solución, pero que es necesario cuando las experiencias demuestran salida a problemáticas, desatando procesos y nuevas fuerzas.

En este sentido es volcar el Humanismo en el Territorio como proyecto, porque la economía solidaria es proyecto de desarrollo, donde lo económico es solo un componente del modelo, para que esté al servicio del ser humano. Aquí existe una discusión: cuando las estructuras económicas están por encima de las demás formas de organización social, se presentan desequilibrios profundos ¿Cómo hacer para poner la economía al servicio del ser humano sin que esté por encima sino que haga parte de la solución en el ámbito de la sociedad?

Es un reto porque el desarrollo de la Economía Solidaria debe fundamentarse en el bienestar de la gente, al intentar resolver este propósito se plantea que el interés por la comunidad es principio universal donde todos podemos estar y por ende una propuesta a la sociedad.

Al involucrar la cultura, la política, la organización social dentro de los asuntos de la economía, entonces hay un germen de ese desarrollo social y desarrollo local.

La Identidad en el ámbito solidario es un principio que identifica las experiencias en el hacer solidario. Por ello La comunidad y el trabajo son factores que han sido visualizados a través del desarrollo mismo de la organización económica, en este caso de la economía solidaria,  hacen ver el ser humano como el centro, generándose una identidad desde varios aspectos: una cultura solidaria, donde se desarrollan las formas asociativas grupales y comunitarias para enfrentar cualquier problemática común para darle cabida a un pensamiento solidario, y el planteamiento desde la conformación de circuitos económicos solidarios para el desarrollo local en los territorios.

Por ello la identidad en relación con la cultura son posibles si se interactúa con los aspectos del desarrollo, entendido como la integralidad de todos los ámbitos de la vida y la sociedad humana. En el marco de la economía Solidaria se plantea que al interior de las comunidades también se generan procesos locales de acumulación y eso no quiere decir estar por fuera de los principios de Solidaridad, esto es, cuanto más sólidos sean los procesos y arraigados en el territorio por la identidad más sostenibilidad habrá, así los procesos económicos basados en el modelo solidario desatan nuevas fuerzas porque existen procesos de crecimiento y desarrollo con objetivos precisos en elevar la calidad de vida.

El planteamiento es que la solidaridad debe hacer parte de la economía, otros dicen que la solidaridad debe estar sólo cuando la economía falla y debe aparecer sólo después de que la economía ha actuado. Son dos posturas diferentes. Lo que se sostiene es que la solidaridad debe introducirse en la economía misma, que la solidaridad sea tanta que llegue a transformar precisamente esa economía, generando nuevos y verdaderos equilibrios en la sociedad.

Otro de los aspectos de la identidad, para constituir cultura, es que en el desarrollo local debe confluir la visión económica, social, política y cultural, y al involucrar la solidaridad cambia en esencia el fin de la desarrollo, puesto que este debe contemplar la expansión de la felicidad al tener la posibilidad del disfrute colectivo de los beneficios, y por ende en la satisfacción de sus necesidades.

Pero hay todavía más interrogantes ¿Cómo actuar dentro de la economía solidaria y de cara al desarrollo local para satisfacer necesidades sin consumismo? ¿Cómo hacer para generar un consumo responsable, donde el objeto sea satisfacer la necesidad y logrando un consumo consciente? Por ello la confluencia del sector público y solidario frente a iniciativas públicas deben apuntar al desarrollo de una cultura solidaria.

Colocando en el centro de su análisis la potencialidad para hacer economía no solo desde la cultura de la asociatividad y sólo como un asunto de constituir negocios. Debe transformar la manera como las personas construyen sus organizaciones.

Cultura Solidaria tiene muchas variables y la creación de empresas colectivas es precisamente un rumbo que lleva a la solidaridad, por ello la cultura es un aspecto fundamental dentro de la dinámica territorial y local, por consiguiente es la búsqueda de referentes para que el desarrollo permita un real cambio y transformación de las sociedades: beber de la experiencias exitosas que han instalado capacidades para los cambios de actitud para enfrentar retos.

Esta cultura solidaria permite entender cambios de mentalidad, situación que en lo local permite acciones diferenciadoras como el empresarismo solidario y asociativo. Para que se sostenga y cualifique dicha cultura requiere echar raíces en el territorio, aspecto que se legitima en la medida que se reconozcan dichas prácticas ya probadas y que pueden ser potenciales para grandes proyectos, esto puede ocurrir a partir de sistematizaciones de prácticas solidarias.

Es demostrar que generan amplia participación ciudadana y manifestaciones autogestionarias, y que están relacionadas con la Organización, porque utiliza acertadamente las potencialidades económicas para producir bienestar social, donde el asociado está integrado simbólicamente a la comunidad mediante su participación activa en múltiples formas de asociación, por ello su desarrollo sólo es posible en un ambiente comunitario.

Pero también la Cultura Solidaria puede estar inserta en programas, en cuanto a la incidencia en políticas públicas y cuya búsqueda es enlazar el movimiento con los gobiernos, frente a posturas a fin con la economía y cultura solidaria, por lo menos debe haber un punto de convergencia para poder entender qué se hace con la solidaridad y a dónde dirigirla. Los escasos programas existentes no son tema de política pública permanente y se han convertido en proyectos puntuales.

Por ello la búsqueda es la convergencia del sector solidario para interlocutar con el sector público a través del fortalecimiento de programas existentes y convertirlos en proyectos de cultura solidaria.

La experiencias más significativas dadas en los últimos 10 años es la Cultura Solidaria en la  Educación, puesto que se ha planteado que es expresión de organización y tejido social, se propone a las organizaciones y redes en territorios como un modelo de acciones humanas, práctica social y a la vez concepto, con imaginarios que describen relaciones caracterizadas por flujos de información circulando en todas las direcciones y se expresa en objetos, procesos, eventos y campañas que conjugan de manera simultánea la diversidad de intereses de sus organizaciones. La cultura es germen en la creación de escuela de pensamiento solidario para desatar procesos de movimiento y en la vía de constitución de un sujeto solidario convencido de lo que hace y a la vez ser multiplicador.

Uno de los resultados de esta implementación, como expresión en el desarrollo de los territorios, deberá estar basado en la conformación genuina de los Circuitos Económicos Solidarios, donde se establece a partir de una cultura, un modo de ser y una racionalidad de la solidaridad producto de las experiencias de formas asociativas solidarias y de conciencia de sujetos.

En los territorios es interlocución de los Planes de desarrollo, no basta con una cultura E, empresarial y emprendedora, se requiere una Cultura S, solidaria, asociativa, influyente y participativa de empresas y emprendimientos solidarios, como un modo de constituir una sistema social solidario.

Están ligadas la educación y la organización, cuando la organización necesita elevar conciencia requiere formación, para que dé cuenta de procesos organizativos y sea la base para la preparación de los módulos, las charlas y los encuentros. Aprender haciendo, practicando en concreto la economía solidaria y al mismo tiempo teorizando sobre lo que se hace al interactuar en las organizaciones de economía solidaria.

En el contexto de hoy se requiere una economía solidaria ligada a los territorios, de cara a las necesidades de la gente en su realidad. No podemos pasar por alto que hoy gran parte de la población genera sus ingresos en la economía popular que está en los territorios, allí la economía solidaria debe hacer un esfuerzo para crear redes y hacer ejercicios prácticos en los barrios, donde está la economía popular, así la presencia institucional solidaria y pública debe ser capaz de tejer circuitos de economía solidaria para fortalecer y aprovechar todas las oportunidades y avanzar en la construcción del sistema social solidario.


Estas reflexiones en el ámbito de una transformación cultural pondrá una pregunta de mayor conciencia sobre los cambios que el sector solidario puede dar a la sociedad en su conjunto, es decir, que la solidaridad va más allá de un valor, convertirse en un principio aplicado en todas las fases del sistema económico, es volver a tejer el concepto de la soberanía de asociado y del ciudadano, el cual fue la inspiración del origen del cooperativismo por los pioneros de Rochdale en Inglaterra  (1843), es la posibilidad de la organización social a través de formas empresariales solidarias donde haya un especial interés por la transformación cultural de una vida con justicia y equidad, pero también por un sistema de valores donde en el centro este la sostenibilidad de la vida en relación con la naturaleza.

Esta triada de soberanía de asociado y del ciudadano, vida con justicia y equidad y sostenibilidad, deben ayudar a formular preguntas para tejer en este nuevo escenario donde el ser humano y naturaleza son reflexión en la formación solidaria para la configuración de sujeto social solidario.

Frente a la sostenibilidad es recreada en la ley 454 de 1998 al plantear en el artículo 2o : “...denomínase Economía Solidaria al sistema socioeconómico, cultural y ambiental...”, pero también se elevó a la categoría de principio de la economía solidaria, recreado en el artículo 4o “...11. La promoción de la cultura ecológica...”. La referencia al ambiente la CN de 1991 consagra la protección, promoción y educación en el titulo 3 “De los derechos colectivos y del ambiente”.

En el orden constitucional el principio de sostenibilidad hace parte del cambio cultural, pero a la vez de involucrar este principio en forma real a partir de los procesos organizativos solidarios, se convierte en un imperativo para pensar sobre un conjunto de ideas donde la solidaridad involucre a la naturaleza como ser vivo.

Es constituir una pregunta por la naturaleza y el sujeto social y solidario como parte de ella, este planteamiento está basado en la reflexión que realizan las organizaciones cuando dicen que la sostenibilidad debe acogerse sobre el principio del deber de cuidar nuestro ambiente, pero también sobre las reflexiones del cuidado de la tierra como nuestra casa, aspecto que hace parte de los movimientos sociales donde la economía solidaria tiene un lugar.

Por ello se involucra la sostenibilidad dentro de los principios en la economía solidaria, de su cuidado dependerá la posibilidad de existencia en el planeta. Si bien la doctrina desde la historia y filosofía de la economía solidaria no es explicita, hoy es ineludible asumirlo dentro de las tareas en la formación del ser solidario, además de que el cambio cultural se expresa en las empresas de economía solidaria que lo asumen.

Por lo tanto no puede reducirse a la lista de principios a “enseñar” sin que medie la acción sobre cada actividad que se realice en el cuidado del medio ambiente. De aquí la tarea del movimiento solidario para llevar a cabo procesos económicos y reflexiones en la formación para la sostenibilidad, en este sentido se deberá agregar el concepto de agroecología el cual requiere de prácticas solidarias para llevarse a cabo.[9]

De esta manera el cambio cultural no es solamente para sumir el contexto de mercado y sostenerse en el tiempo, es mantener la pertinencia económica, es también un conjunto de factores que hoy están en el escenario de cambios por las fuerzas ya desatadas. Hoy la pregunta por el sujeto individual es tan importante como la pregunta por el sujeto social.

En la transformación cultural los nuevos liderazgos estarán determinados por el tipo de educación sobre la cual se debe basar la economía solidaria, la pregunta por el tipo de sujeto individual es también la pregunta por el tipo de sujeto colectivo, si bien se recoge en la historia de las organizaciones solidarias la aplicación del principio sobre “Formación e información para sus miembros, de manera permanente, oportuna y progresiva”[10], este debe transcender la educación más allá de la réplica y defensa de valores y principios, debe acercarse a la formación ciudadana y a la construcción de valores sociales y comunitarios.

En la economía solidaria la construcción de liderazgos pasa por la interacción con la ciudadanía desde el reconocimiento del Estado como garante de derechos, en especial por los principios constitucionales de Solidaridad y Democracia, derechos que permiten el planteamiento sobre la participación y el poder por parte de los asociados como sujetos organizados, con una  historia sobre sus procesos empresariales, es decir el llevar a cabo procesos de formación en la configuración de su organización y liderazgos.

Es así como las organizaciones demandan la construcción de nuevos liderazgos, que actúan tanto en su organización de base como en los procesos públicos, legitimados a partir de los derechos conferidos, para hacer viable una configuración de políticas públicas que vayan desde el orden local, pasando por la región y la nación, es decir que es la hora de que los liderazgos se tornen negociadores de la política de promoción y fomento de la economía solidaria no solo esperando la aplicación de la ley nacional sino haciendo negociaciones en las localidad y municipios.

Ello implica una mirada hacia las relaciones públicas y con otros sectores de la sociedad, no basta con que se configure y se solidifique el sector solidario sino que se involucre en escenarios donde los otros también existen y tienen propuesta en el orden de lo Solidario como principio constitucional.

La fuerza de la economía solidaria está en el proceso permanente de organización y sentido de pertenencia de los asociados a la idea de mantener en el tiempo su organización de base, por ello el proceso de interlocución con otros sectores pasa primero por la conciencia de la importancia del dialogo, la discusión y el conocimiento de sus lógicas, así los nuevos liderazgos deberán ir más allá de la conciencia de sus procesos internos y avanzar sobre la interlocución en los procesos externos.

En este sentido se trata de que el principio de integración denominado  “Integración con otras organizaciones del mismo sector.”[11], es apenas el primer eslabón para abordar el reconcomiendo de otros sectores, es rescatar desde la historia de la economía solidaria la defensa y el crecimiento pero sobre la base de la interlocución con otros sectores, es preguntarse por la configuración del pensamiento empresarial de otros mirando primero el pensamiento empresarial solidario, para reafirmarse y contextualizarse frente a los desafíos de un mundo que está permanentemente en cambio y a gran velocidad.

Los liderazgos que se perciben apenas están el primer eslabón, por ende deben caminar hacia el segundo, seguros de que el reflejo servirá para afianzar lo que ya se ha construido. Lo mismo sucede en relación con el pensamiento de lo público, desde el Estado, el papel que juega y la lógica con la que se desarrolla actualmente, puesto que éste no es monolítico, tiene fisuras y viene transitando hacia posturas más de carácter democrático a partir de la aplicación de principios constitucionales, ya no es el Estado desde la óptica dictatorial es el cambio hacia posturas con derechos y con un orden constitucional donde la Solidaridad juega como principio y no solo como valor.

Si hay conciencia de la economía solidaria como actor, es evidenciar lo que se va logrando desde el planteamiento inicial de los pioneros del cooperativismo y el movimiento mundial, han enarbolado, como bandera, a la Solidaridad para que llegue a la sociedad en su conjunto.

Por lo menos así lo plantea la ACI en una de sus objetivos “Promover el desarrollo humano sostenible y fomentar el progreso económico y social del individuo, contribuyendo de este modo a la paz y seguridad internacional.”[12].

La presencia de la dimensión política desde la historia y la filosofía de la economía solidaria, ha sido esencial para determinar el papel que juega en la construcción de sociedad a partir de la participación en la economía bajo un modelo de construcción y distribución de la riqueza en forma colectiva. La determinación de la política está en el ámbito de las decisiones para que aparezca el sector solidario como un componente de la sociedad, por ello el liderazgo debe retomar el pensamiento político hacia la participación en el Estado.

De esta manera es involucrar la política de la economía solidaria hacia una política de la sociedad solidaria, para ello se requiere que el sector solidario actualmente se piense el tema del poder, pero desde la participación y la democracia para afianzar los procesos organizativos, contextualizando su visión y misión como un modelo alternativo frente a las diferentes crisis capitalista.



PROPUESTA ORGANIZATIVA

Se trata de rescatar la filosofía de la economía solidaria para hacer visible su impacto, con principios como el de la solidaridad y la democracia desde el ámbito constitucional para que se irradie en todo el sistema solidario y en la sociedad misma.

Para lograr tal propósito, se plantea que se deben tratar e involucrar en el proceso de formación y organización las siguientes estrategias:

1. Activar la identidad, reflejada en el ámbito regional al reconocer el sector solidario y/o las prácticas de solidaridad en la diversidad de formas de satisfacer necesidades.

2. Retomar la cultura en el territorio para la puesta en marcha de iniciativas empresariales, dando como resultado un conjunto diverso de procesos solidarios pero cobijados bajo principios universales.

3. Sentar las bases de un proceso nacional de la economía solidaria, con sentido de país, para identificarse como actor de la economía Colombiana.

4. Enaltecer la filosofía del servicio de un modelo de gestión priorizando la relación entre el ser humano y la naturaleza, y la organización comunitaria en las decisiones políticas.

5. Instalar en el imaginario colectivo la pregunta por una sociedad solidaria donde la economía es solo un componente.

6. Hacer una nueva pregunta por la naturaleza, evidenciando el papel que juega en los procesos sociales, económicos, culturales y políticos, para que la Solidaridad este presente como principio y como acción.

7.  Pasar de la economía solidaria al sistema social solidario como el imaginario rescatado de los postulados filosóficos y doctrinarios.

8. Tejer la red de colaboración para la visibilización del proyecto solidario.

9. La movilización como acción para la identidad regional y nacional.

10. Reconocerse en la relación región y nación para la construcción de un movimiento solidario para participar en el proceso de nuevas dinámicas y fuerzas, como las que hoy emergen en la dialéctica del desarrollo global.

11. Generar procesos de autoreconocimiento como sector solidario, para que sea el principio de reconocer a los demás sectores público y privado.

12. Defensa del proceso cultural regional, en medio de procesos globales en la economía, la política y la cultura.

13. Las organizaciones solidarias establecen acuerdos para la participación en políticas públicas, como parte de este principio en la construcción de sujeto político, en una perspectiva de autodiagnóstico.

14. El sector solidario debe reconocerse como sujeto político, con procesos de formación de liderazgos que eleven la condiciona de receptor a ser prepositivo en cuanto a los aspectos que lo afectan, donde las organizaciones y las personas tienen un rol esencial para cambiar la condición de objeto a ser sujeto.

15. Hoy la tarea es esencial: generar acuerdos y estrategia colectivas sobre la importancia de encontrarse y de reconocerse en lo que hacen como organizaciones solidarias, primero desde los ámbitos locales y regionales para hallar las sinergias que los identifique como movimiento, y luego ir ganando los espacios nacionales sin perder de vista la base de trabajo local y regional.

16. El liderazgo para generar la capacidad de reproducirse a través de los procesos de participación, desde procesos y  metodologías de formación a líderes que sean a la vez transmisores de conocimiento significativo, con un enfoque desde la práctica para que el imaginario solidario vuelva a florecer en el inconsciente colectivo y sea la bitácora que guie sus destinos.

17. Adoptar el enfoque del buen desarrollo que incluye al desarrollo humano, mediante nuevos factores económicos que emergen en categorías, donde la Comunidad y el Trabajo deben estar presentes en este nuevo escenario, en combinación analítica con otras categorías económicas: capital, Estado, tecnología y medios materiales para la producción; configurando así una economía pluralista.

18. Adoptar el concepto de desarrollo a escala humana para dirigir el desarrollo a los sujetos y no a los objetos, diferenciando el enfoque de las necesidades y satisfactores.

19. Involucrar en la economía solidaria el campo de acción en el ámbito del desarrollo local integral jugando un papel central la creación de valor endógeno retroalimentando las economías locales y regionales, con una participación real y continua para la cualificación de indicadores de desarrollo e impacto social.


20. Reconocimiento como movimiento solidario regional y local, hacia un reconocimiento nacional para llevar a cabo la constitucionalidad del principio de solidaridad a la sociedad.

21. Involucrar la política de la economía solidaria hacia una política de la sociedad solidaria, para ello se requiere que el sector solidario actualmente se piense el tema del poder, desde la participación y la democracia para afianzar los procesos organizativos para constituir un sistema social solidario.




[1] Docente e investigador en Economía Solidaria. Fundación Universitaria Luis Amigó.
[2]. Razeto Migliaro, Luis. Desarrollo, trasformación y perfeccionamiento de la economía en el tiempo. Medellín. Ecoiberoamerica, 2000. pag 9
[3]. Arboleda Alvarez, Olga y Luz Dolly Lopera Garcia. “Racionalidad de Practicas de Economía Solidaria en Medellín en las últimas tres décadas del siglo XX”. Fundación Universitaria Luis Amigó. Medellín, 2004. Pag 224-225
[4]. Max Neef, Manfred. Elizalde, Antonio y Hopenhayn, M. Desarrollo a Escala Humana. PNUD. Medellín. 1995
[5]. Ley 454 de 1998 “Ley de Economía Solidaria”. Artículo 2o.
[6]. Mance, Euclides André. “Redes Colaborativas y Asesoría a Gobiernos en Economía Solidaria”, panel sobre POLITICAS PÚBLICAS, INCIDENCIA Y MOVIMIENTOS DESDE LA ECONOMÍA SOLIDARIA. Memorias VI Seminario Otra Economía es Posible. Medellín, 2010.
[7]. Ibid.
[8]. Ibid
[9]. “La agroecología es una propuesta que une los conocimientos tradicionales de agricultores, campesinos e indígenas de todo el mundo con las aportaciones del conocimiento científico moderno, para proponer formas sostenibles de gestión de los recursos naturales. Por un lado, la agroecología propone formas de desarrollo rural sostenible basadas en el conocimiento tradicional, el fortalecimiento de las redes sociales y económicas locales (no sólo agrarias), los mercados locales y un manejo integrado de agricultura, ganadería y silvicultura. Por otro lado, desarrolla técnicas de manejo agrario basadas en la recuperación de la fertilidad de los suelos; el policultivo y las variedades y razas agrarias locales; y en general en un diseño de las fincas basado en la mayor diversidad posible de usos y en la eficiencia en el uso de los recursos locales. La agroecología incorpora a la agricultura ecológica pero va más allá, integrando aspectos sociales como formas de comercialización justas para consumidores y productores, y aspectos ecológicos como el manejo de la biodiversidad”. Tomado de: http://www.ecologistasenaccion.org/IMG/pdf_cuaderno_17_agroecologia.pdf
[10]. Ley 454 de 1998, artículo 4o
[11]. Ibid.

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