REFLEXIONES PARA LA TRANSFORMACIÓN CULTURAL EN LA ECONOMÍA SOLIDARIA.
Por: Oswaldo Salgado
Cañaveral[1]
“La
Socioeconomía Solidaria es un sistema alternativo al capitalismo, que se
construye a través del florecimiento de redes horizontales y verticales de
producción e intercambio de bienes y servicios, mediados por monedas diversas y
por relaciones solidarias entre las partes. En el seno de esas redes
florecerían unidades productivas, donde el trabajo humano será el valor central
y la colaboración solidaria, la propiedad común y autogestión serán su modo de
relación social.” Marcos Arruda
INTRODUCCIÓN
La historia y filosofía de
la economía solidaria está sustentada en los principios que le dieron origen a
la creación de la organización solidaria, sentaron las bases para emprender
procesos económicos de largo plazo expresados en movimiento y construcción de
sector solidario. Desde finales del siglo XIX en la cuna del cooperativismo,
Europa, por la práctica y pensamiento de los pioneros cooperativistas y mutualistas,
se establece como tercer sector.
Sin embargo, la dinámica
económica y social desde esa época hasta nuestros días ha tenido permanentes
procesos de cambio dando pasos gigantescos en materia de tecnología,
información, globalización de mercados, cambios en los procesos políticos donde
aparecen nuevos escenarios de la democracia y la participación, y por supuesto
en materia de cultura los imaginarios tienen referentes y significados
diferentes.
El mundo bipolar de la
segunda mitad del siglo XX, ya no es un referente desde una carrera acelerada
en la demostración de fuerzas entre el capitalismo y el socialismo, aspecto que
ha sido debatido en el seno del movimiento mundial del cooperativismo, para que
la economía solidaria se diferencie aún más como un movimiento distinto
esencialmente del Estado y de la lógica Capitalista.
Así la filosofía y
doctrina de la economía solidaria requiere contextualizarse y estar presente en
los nuevos escenarios que el mundo le plantea, la pregunta hoy por el sujeto
político y solidario, cobra tintes diferentes cuando el mundo del trabajo ha
cambiado y cuando el proceso de organización comunitaria está basado en nuevas
dinámicas por el juego del libre mercado. Los significados de Solidaridad se
aplican en el campo del desarrollo comunitario, la sociedad, las leyes, los
Estados, las empresas, las organizaciones sociales y no exclusivamente en el
campo de la empresa cooperativa u organización solidaria. Se ha recreado,
incluso es un llamado ferviente de la sociedad a la Solidaridad como expresión
de sentido humano que va más allá del proceso organizativo, debido a la deshumanización
que deja el modelo de desarrollo dominante y concentrador de riqueza.
En este orden de ideas, la
economía solidaria, como movimiento y sector solidario, se identifica por sus
principios y valores donde la distribución del excedente económico es la
diferencia más notoria frente a otros modelos de empresa y propuestas sociales,
y esto se debe a que como principio debe estar encarnado en el sujeto que
participa de la propuesta solidaria, pero no es suficiente para mantenerse en
el ámbito de las decisiones del mercado y de los escenarios del desarrollo,
requiere de interpretaciones y recreaciones de futuro.
Hoy la relación entre el
mundo sindical y la economía solidaria no es la única relación, pasa por otras
relaciones: el mundo del trabajo flexibilizado, la informalidad de la economía,
el desarrollo local, la planeación participativa, los grupos poblacionales
vulnerables, la política pública, el desarrollo rural, los DESCA (derechos
económicos, sociales, culturales y ambientales). Por ello se requiere que los
postulados filosóficos de la economía solidaria cobren vigencia sobre los
nuevos contextos y retos que la plantea la época, y mantener viva la esperanza
de que otro mundo es posible de la mano de la solidaridad, al convivir y ser
pertinente frente a realidades gigantes e inmensas como los Estados y el
mercado.
De esta manera el modelo
de gestión para la economía solidaria, debe pasar por la contextualización de
su filosofía y doctrina, desde un rescate de su historia por la pertinencia en
su impacto comunitario, porque redistribuye riqueza en el momento mismo que
hace la economía.
Porque pone en el centro
al ser humano como sujeto que realiza acciones para lograr la felicidad, a
través de procesos empresariales y de organización social; teniendo en cuenta a
la naturaleza como medio que le da el sustento para vivir y su medio de
subsistencia.
También debe tener
presente que como modelo de gestión el aspecto sistémico pone en consideración
causa y efecto al mismo tiempo, porque la economía solidaria considera que un
tratamiento económico y empresarial está definido por los efectos social y
organizativo, hay conciencia de que la Solidaridad no es solo entre humanos
sino también con la naturaleza, por ello
el reto también está en el conocimiento que se tenga de ella, no exclusivamente
para su dominio, y hacer posible la vida humana, no se trata de recursos
agotables sino de sustentar la sociedad humana, por ello el reto es una nueva
pregunta por la naturaleza, el papel que juega en los procesos sociales,
económicos, culturales y políticos donde la Solidaridad este presente como
principio y como acción, la pregunta por las fuerzas que el ser humano desata
para su comprensión pero también como actúan esas fuerzas en favor de una
sociedad y de los seres humanos. Es también una nueva pregunta por la fuerza de
la tecnología y biotecnología al servicio del desarrollo integral (no solo económico)
para que la naturaleza también sea parte de la solución y no su
autodestrucción.
Es una filosofía al
servicio de un modelo de gestión que se pregunta por la relación entre el ser
humano y la naturaleza, y por el papel que juega la organización comunitaria en
las decisiones políticas para su dominio, es ante todo la pregunta por una
sociedad solidaria donde la economía es solo un componente.
Estas preguntas ayudarían
a evidenciar nuevas rutas de formación para la economía solidaria en la
sociedad actual y de las fuerzas que se han desatado, las cuales parecen ser
que hoy están dominando a la sociedad, por ejemplo, la globalización domina al
ser humano y a la sociedad dejándolos a su suerte como si una mano invisible
llevara a cabo procesos de centralización y concentración de riquezas, donde
son piezas de una máquina y no sus protagonistas.
Esta pretensión es la que
se requiere desarrollar y amasar en este trabajo, para plantear escenarios
posibles de impacto a partir de la solidaridad en la sociedad, con la visión y
apuesta intencional al pasar de la economía solidaria al sistema social
solidario como el imaginario rescatado de los postulados de Charles Guide en su
obra sobre la República Cooperativa, con nuevas preguntas sobre el ser
individual y social en medio de la
apuesta solidaria, de sus imaginarios y de tejer la red de
colaboración para la visibilización de un proyecto que ya es histórico.
Se trata de reflexionar
sobre escenarios que han llevado al movimiento solidario a preguntarse por su
papel en el momento actual en lo económico, social, lo político, lo cultural y
lo ambiental. Así, vamos a disertar sobre la doctrina, el desarrollo
local, la trasformación cultural de lo
social y humano, la globalización y su modelo de economía, la sustentabilidad y
el desarrollo humano, y sobre el enfoque sistemático.
Todo ello desde la
dimensión de la filosofía de la economía solidaria en el mundo actual, como
propuesta un plan formación que debe recoger los nuevos escenarios y la
actualidad, hacia la construcción de una escuela de pensamiento
solidario.
CENTRO DE REFLEXION 1:
DOCTRINA Y DESARROLLO LOCAL
Una de las categorías
visualizadas en el modelo de gestión y diagnóstico de las organizaciones solidarias,
plantean que es necesario mantener y profundizar la identidad del
sector solidario en cuanto a la doctrina con la cual emergió la solidaridad en
las organizaciones con factor comunitario.
Al analizar en sus partes
fundamentales para emprender cambios como el de la empresarialidad solidaria,
es necesario mantener la apuesta por los postulados que le han dado origen a la
forma de construcción de las organizaciones solidarias, toda vez que allí están
las raíces y definen con claridad la lógica y la racionalidad sobre la que se
identifican y operan: la Comunidad y el Trabajo.
Desde esta perspectiva, se
precisa la necesidad de pasar a procesos organizativos de futuro manteniendo la
historia y la filosofía de la economía solidaria en sus principios básicos,
pero también en sus retos y nuevos escenarios. La identidad propia juega
un papel en el imaginario colectivo desde la construcción de sector solidario
diferenciado del público y privado, debido a que en su historia emergen
principios como el de la solidaridad, aspecto que se comienza a traducir en la
formas de hacer economía en sus organizaciones y en la comunidad.
Por ello, el proceso de
organización social y solidaria es el fruto de los procesos de identificación
con problemáticas comunitarias comunes (la vivienda, el consumo básico, los
servicios de salud, la educación, el transporte, el desarrollo territorial, la
producción de bienes básicos, el ahorro y crédito popular, etc) que hacen
aparecer propuestas para darle salida a partir de asuntos como la mejoramiento
de sus ingresos, el reconcomiendo como grupos humanos y la fuerza de la
cooperación para sostenerse en el tiempo.
Desde la perspectiva de la identidad, ésta se
ve reflejada en el ámbito regional al reconocer el sector solidario
y/o las prácticas de solidaridad en la diversidad de formas de
satisfacer dichas necesidades, donde la cultura en el territorio
es tomada en cuenta para la puesta en marcha de iniciativas empresariales, dando como resultado un conjunto diverso de
procesos solidarios pero cobijados bajo principios universales.
Los territorios juegan un papel totalizador a la hora de la identidad, es allí donde los asociados y sus organizaciones se
reconocen y mantienen un apuesta por el desarrollo empresarial, sin embargo el arraigo regional
a veces comienza a tomar un tinte localista en su nuevos
desarrollos y apuestas de futuro, haciendo que sus organizaciones
no vean más allá de sus fronteras y pierden de vista el sentar las bases de un proceso nacional, sabiendo
que existe la posibilidad de un movimiento con sentido de país listo
para identificarse como actor de la economía
y la sociedad Colombiana.
Desde
este punto de vista la organización identifica
la región, sin embargo requiere la movilización como acción para la identidad territorial o nacional; para la filosofía en cuanto a los
principios y valores, reconocerse en la relación local y nación está la base de la construcción de un
movimiento solidario que debería participar en el proceso de nuevas dinámica y
fuerzas, como las que hoy emergen en la dialéctica del desarrollo global, en
tales aspectos se requiere defender el proceso cultural territorial, en medio
de procesos globales en la economía, la política y la cultura.
En las consultas a las
organizaciones, hacen referencia a la
defensa de la doctrina y filosofía de la economía solidaria al aplicar
escenarios de futuro de la empresarialidad solidaria, se presentan tensiones al intentar conservar un
lugar cómodo en la gestión solidaria, pero a la vez hay posiciones de apertura sin perder de vista la identidad; en este punto se ve la situación
de oportunidad ante posibles y
nuevas fuerzas de la solidaridad, al desatarse en los procesos actuales del
escenario de mercado, marcando su diferencia por la construcción colectiva y
con la aplicación histórica del principio de Solidaridad.
La universalidad es un valor desde el referente histórico de la economía solidaria
y uno de sus resultados es mantener la cohesión filosófica y doctrinaria,
debido a que sobre ésta descansa el
sustento para la defensa de una lógica
y racionalidad donde los principios cohesionan la organización, sin embargo no son suficientes para generar
movimiento hacia el desarrollo
solidario, pues los resultados de la posición sobre la universalidad deberá tener una
posición política para que se mantenga una sola bandera en
defensa de la acción y que de ejemplo
a las organizaciones, las fortalezca y las ponga en un escenario dinámico en
el ámbito de los mercados; entendiendo
por éstos no solo aquellos establecidos por la economía clásica, de relación entre oferta y
demanda, sino aquellos donde
participan comunidades como potenciales usuarios de bienes y servicios
atendidos por la economía solidaria,
con relaciones económicas de reciprocidad y ayuda mutua.
La universalidad en el tiempo también ha
servido para mantener al sector solidario, aplicado a la
identidad y a la diversidad, de esta
manera todo emprendimiento solidario obedece a una misma matriz de principios
pero con aplicación específica de acuerdo a la manera como ha emergido la
cooperación en cada comunidad. El ser universal es un legado histórico valioso
y no debe perderse en el horizonte cuando hay intercambios con otros sectores,
por el contrario es lo que lo
identifica y lo diferencia, este es el valor social y económico de su naturaleza en cualquier lugar o
territorio.
La doctrina requiere ser asumida por sujetos políticos, con liderazgos que lleven a cabo
las banderas del pensamiento, la acción y la política,
entendida ésta como las posibilidades
de transformación de las realidades para que los problemas latentes de déficit
en la calidad de vida se tornen en
oportunidades, con gran capacidad de vocación de poder en la toma de
decisiones.
Las organizaciones
solidarias reclaman la participación en políticas públicas, como
parte de este principio en la construcción de sujeto político, pero para
lograrlo, en una perspectiva de autodiagnóstico, primero el sector solidario debe reconocerse como sujeto político, con
procesos de formación de liderazgos que eleven la condiciona de receptor a ser prepositivo en cuanto a los aspectos que lo afectan, donde las organizaciones y las personas tienen un rol esencial para cambiar la
condición de objeto a ser sujeto.
Es también pasar del
reconocimiento que otros le dan a la economía solidaria hacia el autoreconocimiento
para mirarse a sí mismo y a sus pares, en un disertación sobre la
identificación con sus congéneres con postulados iguales pero con aplicaciones
diversas. En este proceso se puede ir enquistando la identidad para ser sujeto
político y tener posiciones de conjunto para la negociación como modelo de
gestión en la disputa sana por el poder con representación política, y que sea
actor de la economía Colombia, demostrado en indicadores de impacto tanto social
como económico.
De esta manera el liderazgo no solo está en la
representación personal o en la entrega del poder a una sola persona, sino a la
capacidad de reproducirse a través de los procesos de participación, desde
procesos y metodologías de formación a líderes que sean a la vez transmisores
de conocimiento significativo, con un enfoque desde la práctica para que el imaginario
solidario vuelva a florecer en el inconsciente colectivo y sea la bitácora que
guie sus destinos.
Se reconocen a las organizaciones
solidarias como grandes canteras de participación para estar en procesos
representación política, por ello el liderazgo es ante todo un proceso de
cualificación y de acción para el empoderamiento y ejercer poder hacia la
transformación de realidades.
Es indudable que en la
doctrina aparece la autogestión como el motor que mueve a las
personas en su doble papel dentro de la economía solidaria: en la participación
y en la administración de sus recursos económicos, es la posibilidad de que las
decisiones colectivas sean la garantía para todos los demás que participan del
proyecto, es la credibilidad en un conjunto de personas que administran de
manera adecuada la organización y que llevan a cabo procesos estratégicos para
empoderarse cada vez más.
La autogestión es el seguro
para la sostenibilidad en el tiempo de la organización, que sus productos y
servicios satisfagan de manera eficiente la necesidades a sus asociados, pero
también es el seguro de que haya una apuesta por los cambios, por nuevas
posiciones que mejoren las existentes y que se revierta en nuevos liderazgos.
La autogestión es vital a la hora del relevo generacional, allí
los lideres deben llevar a cabo un proceso de reflexión-acción sobre los nuevos
retos para la gestión en ambientes dinámicos, sin que se pierda el control
social y colectivo, sin que se pierda la capacidad de toma de decisión basado
en los argumentos comunitarios.
Hay una estrecha relación
entre el liderazgo y la autogestión, aspectos que deben estar al orden del día
para afianzar la doctrina, especialmente en tiempos de crisis de civilización
como la actual, donde la perspectiva individual gana terreno frente a la
comunidad y más cuando se trata de toma de decisiones para gestionar las
organizaciones solidarias.
Cada aspecto tomado desde la
doctrina son eslabones de una cadena en la constitución de valor desde lo
comunitario y que le da fuerza al concepto de desarrollo, sin tomarlo solo como
un aspecto del crecimiento económico, sino que deberá contener elementos del
desarrollo en los territorios donde actúan la economía solidaria, donde se
practican formas asociativas de base solidaria, debido a que éstos son lo que
generan valor hacia la misma localidad y comunidad.
El conjunto de asociados
participantes de la organización solidaria, esperan que ésta les retribuya en
sus aspectos básicos de bienestar, pero también esperan que los represente para
tener un lugar en el imaginario del mercado. El esfuerzo de reconocimiento de
la participación real de la economía solidaria pasa en el ámbito local, es aquí
donde se hace necesario que exista una acción para visibilizar los resultados
demostrados históricamente en materia de educación, organización social y
pertinencia.
Por ello el desarrollo local
en la economía solidaria, deberá contener los aspectos de lo que es un concepto
de desarrollo, al respecto el profesor Luis Razeto nos plantea que “el
desarrollo económico no depende solo de la óptica de la organización del
mercado y los circuitos de distribución, dependiendo también de la organización
de los procesos de producción y de consumo que requieren ser integrados en una
teoría general del desarrollo”[2]
En este sentido nos plantea
el profesor, en su discusión, producto de un proceso de investigación
científica, que se requiere de un desarrollo basado en un visión de
replanteamiento sobre su significado en aras de que requerimos es buen desarrollo que incluye al desarrollo humano,
mediante nuevos factores económicos que emergen en categorías, donde la
comunidad y el trabajo deben estar presentes en este nuevo escenario, en
combinación analítica con otras categorías económicas: capital, Estado,
tecnología y medios materiales para la producción; configurando así una
economía pluralista[3], donde la economía
solidaria ocupa un lugar.
Desde la perspectiva de un
nuevo tejido del desarrollo y frente a la crisis de civilización la formulación
de una teoría del desarrollo considera los componentes ecológicos y humanos
“que entienda la ecología, el medio ambiente, la integración social y el
crecimiento humano, como elementos constitutivos centrales del desarrollo
económico”. Así al hablar de desarrollo, involucra al ser humano y a lo social
en su globalidad incorporando las dimensiones económicas, sociales, políticas y
culturales en una visión de conjunto.
También es necesario recoger
el concepto de desarrollo a escala humana de Manfred Max Neef y Antonio
Elizalde cuando colocan en el centro de los problemas del desarrollo a las
personas para dirigirse a los sujetos y no a los objetos; las necesidades
(subsistencia, protección, afecto, ocio, creación, libertad, entendimiento,
identidad, participación y trascendencia) son limitadas y constantes pero los
satisfactores varían en el tiempo... [4]
De esta manera, se puede
comenzar a reconocer y asumir una concepción del desarrollo donde el ser humano
como sujeto, actor y fin de la economía[5], puede tener un campo de
acción en el ámbito del desarrollo local jugando un papel central la creación
de valor endógeno retroalimentando las economías en el territorio.
Las entidades de economía
solidaria valoran, analizan y tienen posición sobre el desarrollo, el cual es
aquella interpretación sobre los efectos de lo integral en el ámbito local
donde contribuyen de forma permanente en la creación de valor, sin embargo, aún
no se visibiliza su participación real y continua, este deberá ser otro reto a
enfrentar para la cualificación de indicadores de desarrollo e impacto social.
Recuperación y
reconocimiento del movimiento solidario:
Las organizaciones
solidarias han expresado por diversos medios que el sector solidario no es
reconocido como movimiento, debido a las situaciones dadas a su interior por la
falta de unidad hacia el pensamiento político, con repercusión externa debido
en sus pocos avances en la presencia de lo público, a pesar de los ingentes
esfuerzos realizados por los gremios agrupados en las federaciones y
confederaciones.
Lo que se evidencia es la
falta, primero, de un reconocimiento a sí mismo como movimiento es decir autoreconocimiento,
el cual debe comenzar por la alineación en su estructura que va desde el centro
hacia las regiones y viceversa.
Segundo, hacia el movimiento
se trata de reconocer en la diversidad de expresiones empresariales solidarias
y sus prácticas en el territorio, es el reconocimiento como movimiento en
apuestas a procesos sociales y económicos con expresiones asociativas, en red y
encadenamientos sobre áreas de producción y servicios; expresado en la creación
de fondos para la inversión como lo es contribución de sus excedentes a la
educación formal. Este nivel de reconocimiento como movimiento es regional y
local, haciendo falta un reconocimiento nacional el cual es la tarea de la
constitucionalidad solidaria actual.
En aras de recuperar el movimiento,
los sujetos participantes de la economía solidaria se hacen preguntas sobre la
perdida de iniciativa y convocatoria como el caso de las “jornadas de
actualización pedagógica”, cuando en realidad es el Estado el que convoca a
esta dinámica y no el sector solidario como movimiento quien debe tomar la
iniciativa, aspecto recurrente en la historia del sector solidario en Colombia,
si bien hubo momentos de autonomía e iniciativa en años anteriores, hoy la
dinámica es la sobrevivencia, la construcción individual empresarial y la falta
de perspectiva política como sujetos, situaciones que no deja salirle al paso a
acciones de conjunto para su visibilización.
Hoy la tarea es esencial:
generar acuerdos y estrategia colectivas sobre la importancia de encontrarse y
de reconocerse en lo que hacen como organizaciones solidarias, primero desde
los ámbitos locales y regionales para hallar las sinergias que los identifique
como movimiento, y luego ir ganando los espacios nacionales sin perder de vista
la base de trabajo local.
En este sentido plantear un
trabajo de reconocimiento requiere de bases que pueden hallarse en estudios y
sistematizaciones, como es el caso de lo planteado por Euclides Mance cuando
hace un análisis sobre la experiencia en la construcción de políticas públicas
del movimiento solidario en el Brasil.
Al respecto, comienza por
hacer un reconocimiento de la importancia de una real participación, en este
caso, del movimiento de la economía solidaria y de la sociedad contando con la
existencia de un gobierno democrático: “La sociedad no es solamente un objeto
de política pública debe ser el protagonista de la política pública, aquel que
produce la política a partir de su realidad y la de todos los actores, su
cultura, su conocimiento técnico, en cada una de las áreas específicas, lo que
la sociedad tiene que proponer es la política. Porque si no es así, la política
va a ser usada por los gobiernos para atender los intereses de la sociedad sino
para atender otros intereses de los grupos económicos dominantes que se van a
favorecer de esas políticas”.[6]
Pero también hace referencia
en el proceso de construcción, en una referencia metodológica, para el
reconocimiento desde el movimiento, el cual sirve de referencia cuando se
plantea que las iniciativas deben contar con espacio regionales y con
discusiones nacionales donde la democracia y la apuesta en común sobre aspectos
centrales para la identificación del sector, debe contar con la interlocución y
discusión en los espacios locales para ganar en posiciones nacionales y por
ende en negociaciones de política.
En su experiencia, dice que
en el gobierno de Lula ya existía una red nacional de economía solidaria en el
Brasil, y que esta sirvió como un primer momento para avanzar hacia la
institucionalidad, al respecto plantea: “ya había una red nacional de economía
solidaria, agencia de desarrollo de economía solidaria, asociaciones de
trabajadores, empresas de autogestión y muchas otras formas de cooperativismo
popular. Cuando se presentó la elección del gobierno de Lula, este movimiento
convocó una plenaria nacional de economía solidaria donde se recogieron todas
las propuestas que había en las organizaciones y se hizo una propuesta para se
creara una instancia que pudieran generar políticas adecuadas para la economía
solidaria y surgió de esta manera la Secretaría Nacional de la Economía
Solidaria que fue una iniciativa de la sociedad civil, del movimiento de la
economía solidaria organizado”.[7]
Este aspecto nos evidencia
que no es solo un asunto de convocatoria sino de apuesta por el reconocimiento
de un movimiento, y que al crear una instancia de gobierno obedece a las
necesidades de la base organizativa, donde no es solo un instancia Estatal,
sino un instrumento para aplicar los acuerdos consignados en política pública.
También crean otros espacios
de interlocución y es el Consejo Nacional de Economía Solidaria donde están las
instancias más representativas para hacer consultas y recomendaciones al
gobierno. Las propuestas deben ser debatidas en el seno del movimiento y para
ello crearon la Conferencia Nacional de la Economía solidaria en el Brasil:
“...son espacios de
encuentro a nivel nacional que se inician a partir de encuentros más pequeños
realizados en las localidades donde se reúnen los trabajadores que tienen sus
cooperativas, bancos comunitarios, sistemas de trueque y los diferentes grupos
de consumo. Pero también se reúnen las organizaciones que hacen apoyo y fomento
a la economía solidaria como son pastorales de las iglesias que tienen un trabajo
pedagógico, educativo, capacitación, promoción y gestión. Plenarias
municipales, también participan los gestores públicos que desarrollan políticas
públicas y programas de economía solidaria en las municipalidades. Las
plenarias que se hacen en los municipios tienen estos tres tipos de
participantes, del estado, de las organizaciones de apoyo y de las
organizaciones de base. Entre todos se hace el seguimiento, las propuestas y el
análisis de la Economía Solidaria."[8]
Reconocer y recoger la
experiencia no significa repetirla, sino de articular sentidos y principios que
generen identidad hacia la acción organizativa en la construcción de movimiento
solidario, en este escenario es donde la economía solidaria colombiana debe
ganar espacios a partir de procesos de planeación e intención de la participación, es convertir lo que tiene,
que ya es mucho, en escenario de futuro sobre dinámicas empresariales de gran
alcance, donde la sociedad reconozca las bondades de un desarrollo a escala
humana pero en posiciones de poder.
Desde este pensamiento
solidario, sobre la construcción de políticas públicas para la economía
solidaria, va más allá de un acuerdo entre la sociedad civil y el estado, es
reconstruir un proceso organizativo para establecer el movimiento solidario que
dé cuenta de la participación permanente en procesos de cambio.
Así la filosofía de la
economía solidaria debe ocuparse sobre el concepto y la práctica del poder y de
participación en sujetos individuales y colectivos, con escenarios actuales
donde se requieren procesos organizativos desde la escala local y regional
hasta hacia la instancia nacional, donde se interprete las necesidades de
llevar a cabo el desarrollo solidario, con representación política y con un
discurso de cambio en la sociedad colombiana de espíritu y principio solidario.
Cuando se hace referencia
al poder, es plantear la efectividad de la participación la cual debe pasar por
la construcción de un movimiento activo en las decisiones de política y en la
construcción colectiva de propuestas de desarrollo en las instancias
territoriales tanto local como nacional, expresados en los planes de
desarrollo, para hacer de estos espacios una interlocución de lo solidario en
cualquiera de los ámbitos donde la economía solidaria sea alternativa.
La incidencia en políticas públicas se hace
en escenarios públicos y en instancias de decisión, es una línea estratégica
porque nos cobija a todos, su construcción debe mantener un espacio de
movilización para visibilizar la economía solidaria y transformarla, en una
continua participación como ejercicio de poder desde el individuo y desde la
organización con lo acoge.
Así el poder no es solo
las posiciones en las instancias de gobierno, sino en la construcción de un movimiento
que muestre, desde su experiencia,
alternativas de organización económica y social. Pero también es hacer
valer el orden constitucional donde se explicita que en Colombia las formas
solidarias hacen parte de la economía y la sociedad, es avanzar sobre una
reforma de ley que evidencia no solo el control sino también la promoción y
fomento solidario real, y su contribución en las relaciones de mercado y de
estructura social.
CENTRO DE REFLEXIÓN 2:
TRANSFORMACION Y ENFOQUE CULTURAL
El proceso de transformación
cultural del sector solidario está determinado por la contextualización en los
principios solidarios, es decir, que si bien se conservan los aspectos
doctrinarios requiere de actualizaciones que podría estar en el concepto de
nuevas dinámicas para recrear los valores y principios, esto es que la
aprehensión debe ser contextualizada a partir de los análisis que arrojan las
evaluaciones de impacto.
Las transformaciones
culturales a enfrentar en el sector solidario, reconocido por las organizaciones
participantes, es el requerimiento de un enfoque del sujeto social y humano,
afianzando la perspectiva social en la formación de personas-asociados con
apuestas sobre el bienestar de manera individual y colectiva, haciendo evidente
otras relaciones económicas de reciprocidad y ayuda mutua en la satisfacción de
necesidades.
En Colombia las primeras
expresiones de economía solidaria datan de 1864 en la ciudad de Bogotá, de tal
manera que le ha tocado vivir los procesos de progreso, crecimiento y desarrollo
en la sociedad sin que se haya percatado, de manera consciente, de su propio
devenir. Su arraigo para ser pensamiento solidario tiene problemas para
arraigarse en el imaginario de la sociedad, pues se cree que sus planteamientos
están basados solo en ideas de comunidad y en la constitución de factores
sociales, a pesar de los esfuerzos y del crecimiento obtenido en todo el siglo
XX y parte del XXI del sector solidario al convertirse en una alternativa
económica de las comunidades.
Sin embargo el pensamiento
solidario queda rezagado por que se enquistó solo en la doctrina y la historia,
a pesar de estar en contextos de cambio permanente en la dinámica económica,
social y política. Cuando se habla de pensamiento no es solo el reconocimiento
de un sistema ideas y de concatenaciones, es la perspectiva del conocimiento
colectivo que le da fuerza a los principios y que debe recrearse en la
sistematización e investigación de experiencias y en la creación de
conocimiento.
Al respecto Max Neef , en el
texto Desarrollo a escala humana, plantea que el cambio cultural de las
economías latinoamericanas está en la autodeterminación, es decir
en el reconocimiento de lo que tiene y de lo pueden hacer para satisfacer sus
necesidades, con nuevos valores que van más allá de las perspectivas
momentáneas de la satisfacción de la necesidad, sino de la forma en cómo
actúan los satisfactores de esas
necesidades.
El reconcomiendo del sector
solidario, en la perspectiva de nuevos desarrollos del pensamiento deberán
estar basados en la profundidad de un sujeto que se piense diferente dentro de
todo el proceso económico de producción, distribución, cambio y consumo y la manera en cómo debe utilizar los medios
para ello, y de la forma en como la sociedad se vincula a ello, es decir en la
multiplicación de un pensamiento que genera indicadores de cambio en la forma
en como participan de los escenarios de mercado y de la vinculación del valor
de la solidaridad en todas sus decisiones.
Los retos desde la apuesta de desarrollo local como ámbito natural de la
economía solidaria, están en el orden de pensamiento y de la realización de
proyectos económicos que trascienden hacia el ámbito social, la constitución de
comunidades respaldadas por personas y organizaciones, permite tener una idea
de cultura a partir de la vivencia en los territorios, como un
escenario físico y social de constitución mental para la transformación de
realidades. Por ello la economía solidaria como sector y movimiento tiene el
reto de constituir cultura desde sus bases históricas y de experiencias vividas
para satisfacer necesidades humanas.
En este enfoque la economía solidaria es un proyecto humanista, porque el
desarrollo se basa de en la felicidad de
la gente, a pesar de ser planteado por teóricos de los siglos XIX y XX, y no ha
sido una variable preponderante desde las teorías y políticas del desarrollo, pero es esencia en el modelo
solidario para que haga parte del proyecto de vida de las personas y
comunidades asociadas, es una tarea compleja pero trascendental: hacer de
la economía solidaria un proyecto de cultura y felicidad humana.
El modelo solidario es Humanismo y utopía,
se pregunta por el desarrollo y sus objetivos
¿Que ha pasado en la humanidad frente a las dificultades para lograr un
desarrollo integral?, para resolver esta pregunta se observa que las
organizaciones sociales y de economía solidaria reaccionan frente al contexto,
creando métodos y formas diversas que en ocasiones rayan con la utopía por la
imposibilidad de realizar acciones hacia la solución, pero que es necesario
cuando las experiencias demuestran salida a problemáticas, desatando procesos y
nuevas fuerzas.
En este sentido es volcar el Humanismo en el Territorio como proyecto,
porque la economía solidaria es proyecto de desarrollo, donde lo económico
es solo un componente del modelo, para que esté al servicio del ser humano.
Aquí existe una discusión: cuando las estructuras económicas están por encima
de las demás formas de organización social, se presentan desequilibrios
profundos ¿Cómo hacer para poner la economía al servicio del ser humano sin que
esté por encima sino que haga parte de la solución en el ámbito de la sociedad?
Es un reto porque el desarrollo de la Economía Solidaria debe fundamentarse
en el bienestar de la gente, al intentar resolver este propósito se plantea que
el interés por la comunidad es principio universal donde todos podemos estar y
por ende una propuesta a la sociedad.
Al involucrar la cultura, la política, la organización social dentro de los
asuntos de la economía, entonces hay un germen de ese desarrollo social y
desarrollo local.
La Identidad en el ámbito solidario es un principio que identifica las
experiencias en el hacer solidario. Por ello
La comunidad y el trabajo son factores que han sido visualizados a través del
desarrollo mismo de la organización económica, en este caso de la economía
solidaria, hacen ver el ser humano como
el centro, generándose una identidad desde varios aspectos: una cultura
solidaria, donde se desarrollan las formas asociativas grupales y
comunitarias para enfrentar cualquier problemática común para darle cabida a un
pensamiento solidario, y el planteamiento desde la conformación de circuitos
económicos solidarios para el desarrollo local en los territorios.
Por ello la identidad en relación con la cultura son posibles si se
interactúa con los aspectos del desarrollo, entendido como la integralidad de
todos los ámbitos de la vida y la sociedad humana. En el marco de la economía
Solidaria se plantea que al interior de las comunidades también se generan
procesos locales de acumulación y eso no quiere decir estar por fuera de los
principios de Solidaridad, esto es, cuanto más sólidos sean los procesos y
arraigados en el territorio por la identidad más sostenibilidad habrá, así los
procesos económicos basados en el modelo solidario desatan nuevas fuerzas
porque existen procesos de crecimiento y desarrollo con objetivos precisos en
elevar la calidad de vida.
El planteamiento es que la solidaridad debe hacer parte de la economía,
otros dicen que la solidaridad debe estar sólo cuando la economía falla y debe
aparecer sólo después de que la economía ha actuado. Son dos posturas
diferentes. Lo que se sostiene es que la solidaridad debe introducirse en la
economía misma, que la solidaridad sea tanta que llegue a transformar
precisamente esa economía, generando nuevos y verdaderos equilibrios en la
sociedad.
Otro de los aspectos de la identidad, para constituir cultura, es que en el
desarrollo local debe confluir la visión económica, social, política y
cultural, y al involucrar la solidaridad cambia en esencia el fin de la
desarrollo, puesto que este debe contemplar la expansión de la felicidad al tener
la posibilidad del disfrute colectivo de los beneficios, y por ende en la
satisfacción de sus necesidades.
Pero hay todavía más interrogantes ¿Cómo actuar dentro de la economía
solidaria y de cara al desarrollo local para satisfacer necesidades sin consumismo?
¿Cómo hacer para generar un consumo responsable, donde el objeto sea satisfacer
la necesidad y logrando un consumo consciente? Por ello la confluencia del
sector público y solidario frente a iniciativas públicas deben apuntar al
desarrollo de una cultura solidaria.
Colocando en el centro de su análisis la potencialidad para hacer economía
no solo desde la cultura de la asociatividad y sólo como un asunto de
constituir negocios. Debe transformar la manera como las personas construyen
sus organizaciones.
Cultura Solidaria tiene muchas variables y la creación de
empresas colectivas es precisamente un rumbo que lleva a la solidaridad, por
ello la cultura es un aspecto fundamental dentro de la dinámica territorial
y local, por consiguiente es la búsqueda de referentes para que el desarrollo
permita un real cambio y transformación de las sociedades: beber de la
experiencias exitosas que han instalado capacidades para los cambios de actitud
para enfrentar retos.
Esta cultura solidaria permite entender cambios de mentalidad, situación
que en lo local permite acciones diferenciadoras como el empresarismo solidario
y asociativo. Para que se sostenga y cualifique dicha cultura requiere echar
raíces en el territorio, aspecto que se legitima en la medida que se reconozcan
dichas prácticas ya probadas y que pueden ser potenciales para grandes
proyectos, esto puede ocurrir a partir de sistematizaciones de prácticas
solidarias.
Es demostrar que generan amplia participación ciudadana y manifestaciones
autogestionarias, y que están relacionadas con la Organización, porque utiliza
acertadamente las potencialidades económicas para producir bienestar social,
donde el asociado está integrado simbólicamente a la comunidad mediante su
participación activa en múltiples formas de asociación, por ello su desarrollo
sólo es posible en un ambiente comunitario.
Pero también la Cultura Solidaria puede estar inserta en programas, en
cuanto a la incidencia en políticas públicas y cuya búsqueda es enlazar el
movimiento con los gobiernos, frente a posturas a fin con la economía y cultura
solidaria, por lo menos debe haber un punto de convergencia para poder entender
qué se hace con la solidaridad y a dónde dirigirla. Los escasos programas
existentes no son tema de política pública permanente y se han convertido en
proyectos puntuales.
Por ello la búsqueda es la convergencia del sector solidario para
interlocutar con el sector público a través del fortalecimiento de programas
existentes y convertirlos en proyectos de cultura solidaria.
La experiencias más significativas dadas en los últimos 10 años es la
Cultura Solidaria en la Educación,
puesto que se ha planteado que es expresión de organización y tejido social, se
propone a las organizaciones y redes en territorios como un modelo de acciones
humanas, práctica social y a la vez concepto, con imaginarios que describen
relaciones caracterizadas por flujos de información circulando en todas las
direcciones y se expresa en objetos, procesos, eventos y campañas que conjugan
de manera simultánea la diversidad de intereses de sus organizaciones. La
cultura es germen en la creación de escuela de pensamiento solidario para
desatar procesos de movimiento y en la vía de constitución de un sujeto
solidario convencido de lo que hace y a la vez ser multiplicador.
Uno de los resultados de esta implementación, como expresión en el
desarrollo de los territorios, deberá estar basado en la conformación genuina
de los Circuitos Económicos Solidarios, donde se establece a partir de una cultura,
un modo de ser y una racionalidad de la solidaridad producto de las
experiencias de formas asociativas solidarias y de conciencia de sujetos.
En los territorios es interlocución de los Planes de desarrollo, no basta con una cultura E, empresarial y emprendedora, se requiere una Cultura
S, solidaria, asociativa, influyente y participativa de empresas y
emprendimientos solidarios, como un modo de constituir una sistema social
solidario.
Están ligadas la educación y la organización, cuando la organización
necesita elevar conciencia requiere formación, para que dé cuenta de procesos
organizativos y sea la base para la preparación de los módulos, las charlas y
los encuentros. Aprender haciendo, practicando en concreto la economía
solidaria y al mismo tiempo teorizando sobre lo que se hace al interactuar en
las organizaciones de economía solidaria.
En el contexto de hoy se requiere una economía solidaria ligada
a los territorios, de cara a las necesidades de la gente en su realidad. No
podemos pasar por alto que hoy gran parte de la población genera sus ingresos
en la economía popular que está en los territorios, allí la economía solidaria
debe hacer un esfuerzo para crear redes y hacer ejercicios prácticos en los
barrios, donde está la economía popular, así la presencia institucional
solidaria y pública debe ser capaz de tejer circuitos de economía solidaria
para fortalecer y aprovechar todas las oportunidades y avanzar en la construcción
del sistema social solidario.
Estas reflexiones en el
ámbito de una transformación cultural pondrá una pregunta de mayor conciencia
sobre los cambios que el sector solidario puede dar a la sociedad en su
conjunto, es decir, que la solidaridad va más allá de un valor, convertirse en
un principio aplicado en todas las fases del sistema económico, es volver a
tejer el concepto de la soberanía de asociado y del ciudadano, el cual fue la
inspiración del origen del cooperativismo por los pioneros de Rochdale en
Inglaterra (1843), es la posibilidad de
la organización social a través de formas empresariales solidarias donde haya
un especial interés por la transformación cultural de una vida con justicia y
equidad, pero también por un sistema de
valores donde en el centro este la sostenibilidad de la vida en relación con la naturaleza.
Esta triada de soberanía de
asociado y del ciudadano, vida con justicia y equidad y sostenibilidad, deben
ayudar a formular preguntas para tejer en este nuevo escenario donde el ser
humano y naturaleza son reflexión en la formación solidaria para la
configuración de sujeto social solidario.
Frente a la sostenibilidad
es recreada en la ley 454 de 1998 al plantear en el artículo 2o :
“...denomínase Economía Solidaria al sistema socioeconómico, cultural y
ambiental...”, pero también se elevó a la categoría de principio de la economía
solidaria, recreado en el artículo 4o “...11. La promoción de la
cultura ecológica...”. La referencia al ambiente la CN de 1991 consagra la
protección, promoción y educación en el titulo 3 “De los derechos colectivos y
del ambiente”.
En el orden constitucional
el principio de sostenibilidad hace parte del cambio cultural,
pero a la vez de involucrar este principio en forma real a partir de los
procesos organizativos solidarios, se convierte en un imperativo para pensar sobre
un conjunto de ideas donde la solidaridad involucre a la naturaleza como ser
vivo.
Es constituir una pregunta
por la naturaleza y el sujeto social y solidario como parte de ella, este
planteamiento está basado en la reflexión que realizan las organizaciones
cuando dicen que la sostenibilidad debe acogerse sobre el principio del deber
de cuidar nuestro ambiente, pero también sobre las reflexiones del cuidado de
la tierra como nuestra casa, aspecto que hace parte de los movimientos sociales
donde la economía solidaria tiene un lugar.
Por ello se involucra la
sostenibilidad dentro de los principios en la economía solidaria, de su cuidado
dependerá la posibilidad de existencia en el planeta. Si bien la doctrina desde
la historia y filosofía de la economía solidaria no es explicita, hoy es
ineludible asumirlo dentro de las tareas en la formación del ser solidario, además
de que el cambio cultural se expresa en las empresas de economía solidaria que
lo asumen.
Por lo tanto no puede
reducirse a la lista de principios a “enseñar” sin que medie la acción sobre
cada actividad que se realice en el cuidado del medio ambiente. De aquí la
tarea del movimiento solidario para llevar a cabo procesos económicos y
reflexiones en la formación para la sostenibilidad, en este sentido se deberá
agregar el concepto de agroecología el cual requiere de prácticas solidarias
para llevarse a cabo.[9]
De esta manera el cambio
cultural no es solamente para sumir el contexto de mercado y sostenerse en el
tiempo, es mantener la pertinencia económica, es también un conjunto de
factores que hoy están en el escenario de cambios por las fuerzas ya desatadas.
Hoy la pregunta por el sujeto individual es tan importante como la pregunta por
el sujeto social.
En la transformación
cultural los nuevos liderazgos estarán determinados por el tipo
de educación sobre la cual se debe basar la economía solidaria, la pregunta por
el tipo de sujeto individual es también la pregunta por el tipo de sujeto
colectivo, si bien se recoge en la historia de las organizaciones solidarias la
aplicación del principio sobre “Formación e información para sus miembros, de
manera permanente, oportuna y progresiva”[10], este debe transcender la
educación más allá de la réplica y defensa de valores y principios, debe
acercarse a la formación ciudadana y a la construcción de valores sociales y
comunitarios.
En la economía solidaria la
construcción de liderazgos pasa por la interacción con la ciudadanía desde el
reconocimiento del Estado como garante de derechos, en especial por los
principios constitucionales de Solidaridad y Democracia,
derechos que permiten el planteamiento sobre la participación y el poder por
parte de los asociados como sujetos organizados, con una historia sobre sus procesos empresariales, es
decir el llevar a cabo procesos de formación en la configuración de su
organización y liderazgos.
Es así como las
organizaciones demandan la construcción de nuevos liderazgos, que actúan tanto
en su organización de base como en los procesos públicos, legitimados a partir
de los derechos conferidos, para hacer viable una configuración de políticas
públicas que vayan desde el orden local, pasando por la región y la nación, es
decir que es la hora de que los liderazgos se tornen negociadores de la
política de promoción y fomento de la economía solidaria no solo esperando la
aplicación de la ley nacional sino haciendo negociaciones en las localidad y
municipios.
Ello implica una mirada
hacia las relaciones públicas y con otros sectores de la sociedad, no basta con
que se configure y se solidifique el sector solidario sino que se involucre en
escenarios donde los otros también existen y tienen propuesta en el orden de lo
Solidario como principio constitucional.
La fuerza de la economía
solidaria está en el proceso permanente de organización y sentido de
pertenencia de los asociados a la idea de mantener en el tiempo su organización
de base, por ello el proceso de interlocución con otros sectores pasa primero
por la conciencia de la importancia del dialogo, la discusión y el conocimiento
de sus lógicas, así los nuevos liderazgos deberán ir más allá de la conciencia
de sus procesos internos y avanzar sobre la interlocución en los procesos
externos.
En este sentido se trata de
que el principio de integración denominado
“Integración con otras organizaciones del mismo sector.”[11], es apenas el primer
eslabón para abordar el reconcomiendo de otros sectores, es rescatar desde la
historia de la economía solidaria la defensa y el crecimiento pero sobre la
base de la interlocución con otros sectores, es preguntarse por la
configuración del pensamiento empresarial de otros mirando primero el
pensamiento empresarial solidario, para reafirmarse y contextualizarse frente a
los desafíos de un mundo que está permanentemente en cambio y a gran velocidad.
Los liderazgos que se
perciben apenas están el primer eslabón, por ende deben caminar hacia el
segundo, seguros de que el reflejo servirá para afianzar lo que ya se ha
construido. Lo mismo sucede en relación con el pensamiento de lo público, desde
el Estado, el papel que juega y la lógica con la que se desarrolla actualmente,
puesto que éste no es monolítico, tiene fisuras y viene transitando hacia
posturas más de carácter democrático a partir de la aplicación de principios
constitucionales, ya no es el Estado desde la óptica dictatorial es el cambio
hacia posturas con derechos y con un orden constitucional donde la Solidaridad
juega como principio y no solo como valor.
Si hay conciencia de la
economía solidaria como actor, es evidenciar lo que se va logrando desde el
planteamiento inicial de los pioneros del cooperativismo y el movimiento
mundial, han enarbolado, como bandera, a la Solidaridad para que llegue a la
sociedad en su conjunto.
Por lo menos así lo plantea
la ACI en una de sus objetivos “Promover el desarrollo humano sostenible y
fomentar el progreso económico y social del individuo, contribuyendo de este
modo a la paz y seguridad internacional.”[12].
La presencia de la dimensión
política desde la historia y la filosofía de la economía solidaria, ha sido
esencial para determinar el papel que juega en la construcción de sociedad a
partir de la participación en la economía bajo un modelo de construcción y
distribución de la riqueza en forma colectiva. La determinación de la política está
en el ámbito de las decisiones para que aparezca el sector solidario como un
componente de la sociedad, por ello el liderazgo debe retomar el pensamiento
político hacia la participación en el Estado.
De esta manera es involucrar la política de la economía solidaria
hacia una política de la sociedad solidaria, para ello se requiere que el
sector solidario actualmente se piense el tema del poder, pero desde la
participación y la democracia para afianzar los procesos organizativos,
contextualizando su visión y misión como un modelo alternativo frente a las
diferentes crisis capitalista.
PROPUESTA
ORGANIZATIVA
Se trata de rescatar la
filosofía de la economía solidaria para hacer visible su impacto, con
principios como el de la solidaridad y la democracia desde el ámbito
constitucional para que se irradie en todo el sistema solidario y en la
sociedad misma.
Para lograr tal propósito,
se plantea que se deben tratar e involucrar en el proceso de formación y
organización las siguientes estrategias:
1. Activar la identidad, reflejada en el ámbito regional
al reconocer el sector solidario y/o las prácticas de solidaridad en la
diversidad de formas de satisfacer necesidades.
2. Retomar la cultura
en el territorio para la puesta en marcha de iniciativas empresariales, dando como resultado un conjunto diverso de
procesos solidarios pero cobijados bajo principios universales.
3. Sentar las bases de un proceso nacional de la
economía solidaria, con sentido de país, para identificarse como actor
de la economía Colombiana.
4. Enaltecer la filosofía
del servicio de un modelo de gestión priorizando la relación entre el
ser humano y la naturaleza, y la organización comunitaria en las decisiones
políticas.
5. Instalar en el
imaginario colectivo la pregunta por una sociedad solidaria donde
la economía es solo un componente.
6. Hacer una nueva
pregunta por la naturaleza, evidenciando el papel que juega en los procesos
sociales, económicos, culturales y políticos, para que la Solidaridad este
presente como principio y como acción.
7. Pasar de la economía solidaria al sistema
social solidario como el imaginario rescatado de los postulados
filosóficos y doctrinarios.
8. Tejer la red de
colaboración para la visibilización del proyecto solidario.
9. La movilización como
acción para la identidad regional
y nacional.
10. Reconocerse en la relación región y nación para la construcción de un movimiento
solidario para participar en el proceso de nuevas dinámicas
y fuerzas, como las que hoy emergen en la dialéctica del desarrollo
global.
11. Generar procesos de autoreconocimiento
como sector solidario, para que sea el principio de reconocer a los demás
sectores público y privado.
12. Defensa del proceso cultural
regional, en medio de procesos globales en la economía, la política y
la cultura.
13. Las organizaciones
solidarias establecen acuerdos para la participación en políticas
públicas, como parte de este principio en la construcción de sujeto político,
en una perspectiva de autodiagnóstico.
14. El sector solidario debe
reconocerse como sujeto político, con procesos de formación de
liderazgos que eleven la condiciona de receptor a ser prepositivo en cuanto a los aspectos que lo afectan, donde las organizaciones y las personas tienen un rol esencial para cambiar la
condición de objeto a ser sujeto.
15. Hoy la tarea es esencial:
generar acuerdos y estrategia colectivas sobre la importancia de
encontrarse y de reconocerse en lo que hacen como organizaciones solidarias,
primero desde los ámbitos locales y regionales para hallar las sinergias que
los identifique como movimiento, y luego ir ganando los espacios nacionales sin
perder de vista la base de trabajo local y regional.
16. El liderazgo
para generar la capacidad de reproducirse a través de los procesos de
participación, desde procesos y
metodologías de formación a líderes que sean a la vez transmisores de
conocimiento significativo, con un enfoque desde la práctica para que el
imaginario solidario vuelva a florecer en el inconsciente colectivo y sea la
bitácora que guie sus destinos.
17. Adoptar el enfoque del buen desarrollo que incluye al desarrollo humano,
mediante nuevos factores económicos que emergen en categorías, donde la Comunidad
y el Trabajo deben estar presentes en este nuevo escenario, en
combinación analítica con otras categorías económicas: capital, Estado,
tecnología y medios materiales para la producción; configurando así una
economía pluralista.
18. Adoptar el concepto de desarrollo
a escala humana para dirigir el desarrollo a los sujetos y no a los
objetos, diferenciando el enfoque de las necesidades y satisfactores.
19. Involucrar en la
economía solidaria el campo de acción en el ámbito del desarrollo local
integral jugando un papel central la creación de valor endógeno
retroalimentando las economías locales y regionales, con una participación real
y continua para la cualificación de indicadores de desarrollo e impacto social.
20. Reconocimiento como
movimiento solidario regional y local, hacia un reconocimiento nacional para
llevar a cabo la constitucionalidad del principio de solidaridad
a la sociedad.
21. Involucrar la política
de la economía solidaria hacia una política de la sociedad solidaria,
para ello se requiere que el sector solidario actualmente se piense el tema del
poder, desde la participación y la democracia para afianzar los procesos
organizativos para constituir un sistema social solidario.
[1]
Docente e investigador en Economía Solidaria. Fundación Universitaria Luis
Amigó.
[2]. Razeto
Migliaro, Luis. Desarrollo,
trasformación y perfeccionamiento de la economía en el tiempo. Medellín. Ecoiberoamerica, 2000. pag 9
[3]. Arboleda Alvarez, Olga y Luz Dolly
Lopera Garcia. “Racionalidad de Practicas de Economía Solidaria en Medellín en
las últimas tres décadas del siglo XX”. Fundación Universitaria Luis Amigó.
Medellín, 2004. Pag 224-225
[4]. Max Neef, Manfred.
Elizalde, Antonio y Hopenhayn, M. Desarrollo
a Escala Humana. PNUD. Medellín. 1995
[6]. Mance,
Euclides André. “Redes Colaborativas y Asesoría a Gobiernos en Economía
Solidaria”, panel sobre POLITICAS PÚBLICAS, INCIDENCIA Y MOVIMIENTOS DESDE LA
ECONOMÍA SOLIDARIA. Memorias VI Seminario Otra Economía es Posible. Medellín,
2010.
[9]. “La agroecología es una propuesta que une los
conocimientos tradicionales de agricultores, campesinos e indígenas de todo el
mundo con las aportaciones del conocimiento científico moderno, para proponer
formas sostenibles de gestión de los recursos naturales. Por un lado, la
agroecología propone formas de desarrollo rural sostenible basadas en el
conocimiento tradicional, el fortalecimiento de las redes sociales y económicas
locales (no sólo agrarias), los mercados locales y un manejo integrado de
agricultura, ganadería y silvicultura. Por otro lado, desarrolla técnicas de manejo
agrario basadas en la recuperación de la fertilidad de los suelos; el
policultivo y las variedades y razas agrarias locales; y en general en un
diseño de las fincas basado en la mayor diversidad posible de usos y en la
eficiencia en el uso de los recursos locales. La agroecología incorpora a la agricultura
ecológica pero va más allá, integrando aspectos sociales como formas de
comercialización justas para consumidores y productores, y aspectos ecológicos
como el manejo de la biodiversidad”. Tomado de: http://www.ecologistasenaccion.org/IMG/pdf_cuaderno_17_agroecologia.pdf
[10].
Ley 454 de 1998, artículo 4o
[11].
Ibid.
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